Friday, April 26, 2024  |

By Norm Frauenheim | 

Round del año

ANTHONY JOSHUA VS. ANDY RUIZ JR., ROUND 3

Las expectativas se derrumbaron. Las percepciones fueron alteradas. Arriba estaba abajo. Abajo se trepó arriba. Todo se dio vuelta. Y todo eso sucedió en apenas tres minutos. Anthony Joshua no recordaría nada de eso luego. Pero todos los demás lo recordamos, especialmente un obeso y poco apreciado Andy Ruiz Jr.

Fue un tercer asalto lo suficientemente inolvidable como para ser el Round del Año de The Ring.

El modo en que todo sucedió fue increíble.

Por qué sucedió sigue siendo un misterio.



Y, aun así, esa combinación – el cómo y el por qué – hacen que el tercer round en el Madison Square Garden el pasado 1 de junio sea más que una foto instantánea de un significativo triunfo sorpresa en el peso pesado. Es un round para registrar en nuestra mente, un recordatorio de que la única certeza es el caos.

Joshua aterrizó en Nueva York desde Londres para su primer combate en los Estados Unidos como un gran favorito. Sus fanáticos británicos lo siguieron como a una estrella de rock. Llenaron el Garden, cantando «Sweet Caroline», una serenata para el boxeador que ellos creían se transformaría en el más grande peso pesado del planeta. Ruiz era el partenaire, un sustituto tardío para Jarrell Miller, descalificado por dar positivo en una prueba antidóping.

Ruiz, desfavorecido por margen de 15-1 antes del primer campanazo, lució como si estuviese ahí solamente para buscarse un buen cheque. Le iban a dar un par de rounds para que Joshua lo liquide, y luego saludaría al público y continuaría su camino para cumplir con su destino. El tercer asalto pareció ser exactamente ese momento, al menos en el comienzo.

A unos 43 segundos de iniciado el round, Joshua tira una derecha en punta. Segundos más tarde, le da seguimiento con un gancho de izquierda. Ruiz está caído, de espaldas en las lonas. Luce mareado mientras mira al árbitro, el canadiense Michael Griffin. La multitud explota, pensando que lo inevitable ha sucedido.

Pero resulta ser que las apariencias engañan. Ruiz tuvo otras ideas.

Ruiz, el primer campeón de peso pesado de ascendencia mexicana, se pone de pie mediando el conteo de Griffin y de repente tiene el aspecto transformado de un hombre que ha decidido que la verdadera pelea acaba de comenzar.

Y resulta ser que fue así.

«Eso fue un golpe de suerte», recordó Ruiz. «Yo no estaba lastimado, porque no estaba mareado. Todavía tenía el fuego dentro mío. Quería seguir peleando. Todavía quería ganar la pelea.

«Simplemente me puse un poco vago. Fue un golpe que se dio en un abrir y cerrar de ojos. Yo pensé ‘¿qué es lo que acaba de suceder?’»

La vagancia probó ser la desgracia de Ruiz en la revancha del 7 de diciembre, cuando Joshua restauró el orden en el universo del peso pesado con una unilateral decisión en Arabia Saudita. Sin embargo, en junio, la vagancia fue temporal, suplantada rápidamente por una energía feroz. Lo que sucedió después fue extraordinario.

Durante los dos minutos siguientes, Ruiz puso el destino de Joshua en modo de espera. En lugar de «Sweet Caroline», hubo silencio. A medida que la pelea se reanudaba, Joshua lucía casi tentativo. Se plantó inmóvil por un par de segundos, mirando a Ruiz, quizás en un intento por juzgar si estaba muy lastimado. Fue un momento de indecisión – y en retrospectiva, digamos que fue una señal de lo que estaba por suceder.

Ruiz arremetió agresivamente mientras Joshua entraba justo en el rango de las manos de Ruiz. Siempre se pone demasiado empeño en subestimar a Ruiz debido a su apariencia física. En contraste con el esculpido físico de Joshua, el torso de Ruiz tiene la definición muscular de una cama cubierta por una sábana sin planchar. Pero mueve sus manos como un mago. Joshua nunca vio venir esas manos. Unos 30 segundos después de que Ruiz fuese derribado, Joshua estaba de nuevo en las lonas. Ruiz lo depositó ahí con una rápida izquierda en la frente. También conectó una derecha rasante. Pero fue la izquierda la que probó ser el mejor golpe del round, y quizás de la pelea.

«Un golpe de suerte», recordaría Joshua, cuando le preguntaron sobre esa zurda antes de la revancha.

Letal, también.

El entrenador de Joshua, Rob McCracken, dijo que su boxeador sufrió una ligera conmoción cerebral debido a ese golpe.

Las piernas de Joshua parecieron endurecerse cuando el golpe conectó de lleno. Tambaleó. Y luego cayó. Mientras Griffin comenzaba el conteo, Joshua lo miraba con los ojos vacíos. Fue una mirada perdida, como la de un animal malherido, y Ruiz la vio justo cuando Joshua se ponía de pie mientras Griffin alcanzaba la cuenta de ocho.

A diferencia del curiosamente dubitativo Joshua en los segundos posteriores a la caída de Ruiz, el méxico-estadounidense inmediatamente lo atacó como un cazador cayendo sobre su presa herida. Con apenas 10 segundos por disputarse en el round, apabulló a Joshua con una tormenta de golpes, sacándolo de balance y luego casi tirándolo entre las cuerdas con una dura derecha para lograr una segunda caída.

La pelea podría haber terminado ahí mismo, pero Joshua se puso de pie después del conteo de Griffin. Griffin le pidió a Joshua que camine hacia él. Joshua dio un paso dubitativo hacia el árbitro. Pero no dio el segundo paso.

Griffin ordenó que la pelea continuara justo cuando sonaba la campana para terminar el round. Joshua puede haber sido salvado por la campana, pero no fue salvado de la derrota. Fue derribado dos veces más, y Ruiz lo liquidó en el séptimo para lograr el nocaut técnico – y todo debido a lo que sucedió en el tercero. Esto quedó evidenciado en la confusa mirada de Joshua mientras estaba sentado en su banquito antes del cuarto asalto.

«Dice que no recuerda nada desde el tercer round», dijo el promotor de Joshua, Eddie Hearn, después de ese asalto que será recordado indudablemente como el mejor del 2019.


OTROS NOMINADOS:

Naoya Inoue-Nonito Donaire, Round 11

Anthony Fowler-Scott Fitzgerald, Round 10

Errol Spence Jr.-Shawn Porter, Round 11

Irosvani Duvergel-Jerhed Fenderson, Round 3