Saturday, April 20, 2024  |

By Don Stradley | 

CON TANTOS NOCAUTS DE UN SOLO GOLPE ENTRE SUS VÍCTIMAS, DEONTAY WILDER ES CONSIDERADO POR MUCHOS COMO EL PEGADOR MÁS DURO DE TODOS LOS TIEMPOS 

Un par de años después de haberse retirado del boxeo, Deontay Wilder estará sentado en la lujosa sala de su mansión en Tuscaloosa. Varias pantallas de televisión de gran tamaño estarán reproduciendo sus grandes nocauts uno tras otro, su máscara de bronce y sus muchos disfraces estarán instalados en vidrieras especiales detrás suyo. Mientras acaricie una estatua de bronce de su famosa mano derecha, estará respondiendo preguntas de parte de algún reportero joven recién salido de la escuela, recordando nostálgicamente aquel lejano año de 2019. «Ah, sí”, dirá el «Bombardero de Bronce». «Ese fue el año en el que comenzaron a llamarme el mayor pegador de todos los tiempos. No los culpo por decir eso. Yo acababa de noquear nuevamente a David Ortiz». El reportero, en ese momento, le recordará amablemente que Wilder noqueó a Luis Ortiz, y no a David. «Sí», dirá Wilder. «Yo los noqueé a todos ellos». Al final de ese interrogatorio, Wilder quizás incluso se ponga su vieja máscara para una rápida sesión de fotos. Será una buena entrevista. Mientras el novato reportero es escoltado hacia la salida de la vivienda por el mayordomo de Wilder, el retirado monarca se sentará nuevamente en su gran silla de cuero y mirará nuevamente el video en el que destruye a Dominic Breazeale. Sonreirá, y pensará sobre los viejos tiempos.

El derechazo que noqueó a Luis Ortiz fue una prueba más del poder extremo en las manos de Deontay Wilder. (Photo por Steve Marcus/Getty Images)

Con su sorprendente nocaut ante Ortiz en noviembre pasado, una pregunta levantará oleaje en el paisaje boxístico mundial. ¿Es acaso Wilder el mayor pegador de la historia en el peso pesado? Claramente, para una buena porción de la gente que postula a Wilder, la historia no se remonta mucho más atrás de la administración de Obama. Pero claro, con 41 nocauts en 43 peleas, sus fanáticos tendrán razones para estar emocionados. Wilder es un caso particularmente interesante porque han pasado varios años desde que hemos tenido un pegador de peso pesado legítimamente atemorizante. Claro, tanto Samuel Peter como Lamon Brewster y David Tua fueron grandes pegadores, pero ninguno se transformó en una gran estrella. El longevo campeón reinante Wladimir Klitschko tenía una fuerte derecha también, pero a menudo parecía dubitativo al momento de usarla. Por eso es que Wilder es una presencia refrescante. Uno nunca escuchará a entrenadores como Jay Deas o Mark Breland rogándole a Wilder para que tire la derecha. Pero quédense tranquilos, que él la tirará. La va a tirar con todo.



Wilder también fascina porque no podemos realmente figurarnos cómo hace lo que hace, y parece que nunca es capaz de hacerlo del mismo modo dos veces. A menudo lanza golpes voleados que parecen sacados de una caricatura de Popeye. En otros momentos, lanzará un derechazo de libro de texto, preciso y justo en el objetivo. Naturalmente, los autodenominados gurús del boxeo tratarán de explicar la ciencia y la técnica de los golpes de Wilder. Hablarán sin parar sobre su altura, potencia y torque. A pesar de que dichas explicaciones son levemente entretenidas, el verdadero truco de la pegada de Wilder es el factor sorpresa. Hace cosas de una manera tan poco ortodoxa que sus oponentes realmente no saben lo que les espera. Cuando peleas con Wilder, es como si un golpe cayera del cielo como un meteorito. 

Pero en lugar de tratar de resolver el misterio de la potencia de Wilder, deberíamos estar felices de que exista. El deporte honra a todo tipo de boxeadores, pero nada impulsa más al negocio del boxeo que un peso pesado con potencia de nocaut. Sin importar si Wilder es el mejor de la historia o no en esta categoría, aquí les brindamos a algunos de los más sobresalientes en este aspecto. 

Quizás el más devastador de los pegadores de los primeros días del boxeo con guantes fue Bob Fitzsimmons, quien era meramente un mediano con mucho rango, pero se sentía perfectamente cómodo peleando con hombres que lo superaban por 12 kilos o más. Ganó el campeonato mundial de peso pesado en 1897 de manos de James J. Corbett, con el infame «golpe al plexo solar», pero su mejor arma fue una zumbadora derecha que lo ayudó a anotar 57 victorias antes del límite pactado. Quizás su más brutal nocaut llegó el 10 de agosto de 1900, en un Madison Square Garden hirviendo de calor veraniego. En aquella noche, Fitzsimmons anotó un espectacular nocaut en seis episodios sobre Gus Ruhlin, «El gigante de Akron». Ruhlin recibió un derechazo en el mentón y cayó de bruces, en lo que el periódico Buffalo Courier describió «como si lo hubiesen golpeado con un hacha». Según viejos reportes desde el ringside, Ruhlin necesitó varios minutos para recuperar la consciencia, y unas cuatro horas adicionales en un sauna cercano, antes de sentirse recuperado.

El registro de Fitzsimmons está lleno de historias similares de oponentes noqueados en seco. Durante años, los viejos expertos del boxeo declaraban que gente como Jack Dempsey y Joe Louis no se podían siquiera comparar con Fitz, porque éste no solo noqueaba hombres, sino que los ponía en coma. Sin embargo, el lado oscuro del legado de Fitzsimmons es que peleó cuando todavía no habían reglas específicas sobre cómo se debían vendar las manos. En su momento, los boxeadores probaban empapando sus vendajes en una mezcla de alcohol y goma, envolviendo sus puños con cinta aisladora, y experimentando con yeso, entre otras cosas. Y por supuesto, los hombres que trabajaron en el equipo de Fitzsimmons admitieron años más tarde ante los reporteros que «Ruby Robert» fue bastante malicioso con sus envolturas de manos. En 1904, una historia en el periódico Salt Lake Telegram citó a un «muy conocido manejador de boxeadores», que adujo que Fitzsimmons ponía «yeso mojado en sus vendas de lino, y dejaba que la masa creciera. Con eso se generaba un filo casi rocoso sobre su mano, que se sentía hasta con los guantes puestos. Jim Jeffries, quien lo derrotó en dos ocasiones, afirmaba que los golpes de Fitzsimmons eran inusualmente dolorosos, casi inhumanos. 

Los rumores de guantes cargados persiguieron a Dempsey durante gran parte de su vida, lo cual fue un testamento de la potencia de su pegada. A comienzos de su carrera, superó una gran cantidad de derrotas, empates y combates sin decisión, pero en 1918 Dempsey se destacó como pegador capaz de noquear, anotando 17 nocauts en 21 combates. Luego de demoler a Jess Willard por el campeonato en 1919, Dempsey se transformó en un fenómeno estadounidense. Viajó a Hollywood un par de años después de consagrarse campeón, pero para muchas generaciones posteriores representó lo máximo en potencia de pegada. Hizo la mayor parte del daño con su gancho de izquierda. 

Muchos fanáticos de boxeo de principios de siglo predijeron que Max Baer sería el heredero de Dempsey. Ser golpeado por Baer, por parafrasear a una de sus víctimas, era como si una casa cayera sobre tu cabeza. Baer nunca terminó de estar a la altura de todo ese entusiasmo inicial, pero 51 de sus 66 triunfos fueron por la vía del cloroformo. La mayoría de ellos fue por cortesía de una derecha que era como una bola de demolición.

Joe Louis fue campeón de peso pesado durante casi 12 años, gracias a su potencia. Los fanáticos de ese período debatirán hasta las náuseas si Louis pegaba más duro que Dempsey. En 2003, Louis fue elegido como el mejor pegador en la lista de The Ring de los 100 Mejores Pegadores de Todos los Tiempos, mientras que Dempsey fue clasificado en el No. 7, por lo cual esa vieja discusión ha sido ya sellada. El ya fallecido entrenador Eddie Futch, quien había sido compañero de gimnasio de Louis, explicó una vez que meramente subirse a guantear con Louis podía ser peligroso: «Incluso cuando no te pegaba mucho, simplemente bloquear esos golpes era como haber sufrido un accidente automovilístico». Louis era terrible con ambas manos y se especializaba en golpes cortos y potentes. «Si te golpeaba con una mano, nunca veías venir el golpe. Simplemente veías una luz en tu cabeza. Como un flash explotando sobre una cámara de fotos antigua. ¡Bang!». 

Y así fue durante la mayor parte del siglo pasado, con cada generación de boxeadores declarando a su propio rey de los nocauts en el peso pesado. Ahí estuvo Rocky Marciano en 1950, arremetiendo como un cangrejo para conectar sus golpes amplios y potentes. Luego llegaría Sonny Liston, un brutal pegador que podía noquear gente con su jab. Los comienzos de 1970 vieron a George Foreman llevando su cruda potencia hasta el mismísimo campeonato mundial. Incluso durante la segunda fase de su carrera, cuando parecía estar de regreso solamente para divertirse, Foreman todavía podía pegar muy fuerte. Cuando recuperó el campeonato a los 45 años con su nocaut sobre Michael Moorer en 1994, la combinación de izquierda- derecha que culminó el combate no fue demasiado diferente de la mano de Wilder que noqueó recientemente a Ortiz. Quizás lució un poco diferente porque Wilder y Foreman tienen físicos tan distintos, pero el principio fue el mismo: una rápida izquierda para cegar al oponente, seguida inmediatamente por una derecha punzante. 

Earnie Shavers tenía un poder atemorizante, pero nunca tuvo la estamina o el mentón para acompañar esa pegada. Fue noqueado en varias oportunidades. Uno de sus verdugos fue Ron Lyle, un boxeador poco consistente que también tenía una brutal pegada. El combate de Lyle ante Foreman en 1976 fue una clásica demostración de golpes lanzados como bombas sin rumbo, con ambos boxeadores yendo a la lona dos veces antes de que George se impusiera por la vía rápida en el quinto. La década de 1970 fue simplemente una era dorada para los fajadores de peso pesado, con los nocauts vistosos y explosivos llegando uno tras otro.

Por supuesto, la generación que creció mirando a Mike Tyson en la década de 1980 siempre lo considerarán como el mayor pegador de todos. Pero a medida que avanzaba su carrera, su potencia parecía disiparse, y no pudo ni siquiera lastimar a Lennox Lewis, quien no era conocido particularmente por tener un mentón de granito. Pero nuevamente, una conversación sobre grandes pegadores de peso pesado también podría incluir a Lewis. Fue un boxeador tan inteligente que a veces nos olvidamos de los muchos nocauts impresionantes que tuvo en su registro, y ninguno más devastador que su nocaut del 2001 ante Hasim Rahman, en el que recuperó su campeonato. La derecha que finalizó el reinado de Rahman fue de lo mejor que hayamos visto.

Si Wilder es o no el mejor pegador de la historia del peso pesado es un tema candente en este momento. Si tenemos en cuenta cómo son los fanáticos de boxeo de hoy, si Wilder no anota un nocaut en su siguiente pelea, estarán abandonándolo rápidamente. Mientras tanto, Wilder tiene gran cantidad de seguidores que podrán argumentar en su favor. El problema es que ese razonamiento se apoya demasiado en su porcentaje de nocaut, que actualmente está en un impresionante 95.35 por ciento. Es un número importante, pero los porcentajes de nocaut son engañosos. Vitali Klitschko tuvo una tasa de nocauts similar durante la mayor parte de su carrera y se retiró en 2012 con un porcentaje de 87.23 en más de 45 peleas. Vitali anotó gran cantidad de triunfos antes del límite, pero con su estilo de desgastar oponentes durante varios rounds uno no podría describirlo exactamente como a un destructor. Liston, temible como cualquier pegador, tenía una tasa bastante modesta de nocauts de 72.22 por ciento en más de 54 peleas. Si el porcentaje de nocauts de un boxeador significara tanto, estaríamos diciendo que Vitali Klitschko es uno de los grandes artistas del nocaut por encima de Liston, Louis y otros que obviamente pegaban mucho más fuerte, pero tenían menor tasa de nocauts. 

Donde más se destaca Wilder es en la total y absoluta demolición que ofrece en sus victorias. No desgasta a sus oponentes. Prácticamente los aplasta contra las lonas. Y a menudo pierde todos los rounds antes de conectar su bomba letal. «Lo he dicho muy seguido: Estos tipos que me enfrentan a mí tienen que boxear perfecto durante 12 rounds, pero yo solamente tengo que ser perfecto durante dos segundos”, dijo Wilder tras noquear a Ortiz. El hecho de que esté noqueando gente de este modo en la era moderna de los pesados de gran tamaño es también interesante. Porque está noqueando a tipos enormes. Y al igual que Fitzsimmons, Dempsey, Louis y Marciano, Wilder es un poco más liviano que el resto de sus oponentes.

Hasta el mismo Wilder parece confundido por su propia habilidad para noquear gente en seco. Le ha dado crédito a Dios, a algún factor misterioso con el que fuera bendecido al nacer, y hasta al uso de su pensamiento positivo para atrapar el poder del universo. Por el modo en que caen algunos de sus rivales, definitivamente parece que Wilder tiene el universo en sus guantes. 

Si realmente Wilder es el mejor pegador de la historia del peso pesado, es imposible saberlo. Pero es ciertamente comparable con los grandes boxeadores del pasado en un modo: Cuando entra al ring, todos contenemos la respiración esperando algún tipo de explosión. Además, solamente el hecho de que sea considerado el mejor es bastante sorprendente. Seguramente supera a algunas de las cosas que se dicen sobre él. Cuando se retire ¿recordará acaso que una buena cantidad de fanáticos pensaron que le faltaban conocimientos básicos, que enfrentó a rivales débiles e inferiores, y que no duraría ni cinco rounds ante Tim Witherspoon? Pero, en definitiva, esa mansión en Tuscaloosa hará que le resulte fácil olvidar a sus críticos.