Saturday, April 27, 2024  |

By Thomas Hauser | 

JABS Y RECTAS DE PUÑO Y LETRA

Abdul Rahaman presentó a Muhammad Ali (conocido por entonces como Cassius Clay) a la Nación del Islam y a las enseñanzas musulmanas poco tiempo después de que Alí se hiciera profesional.

Abdul Rahaman: Una remembranza
1931-2019

La llamada vino de Khalilah Ali, mejor conocida para el mundo como Belinda Ali, la segunda mujer de Muhammad Ali.

“Abdul Rahaman falleció”, me dijo Khalilah.



Abdul Rahaman, cuyo nombre original era Sam Saxon, nació en Atlanta en 1931 y es un pedazo de historia. En marzo de 1961, se encontraba vendiendo copias del periódico de la Nación del Islam, ‘Mahoma Nos Habla’, en una calle de Miami cuando un joven se le acercó y le dijo «hola, hermano».

Ambos comenzaron a hablar. Rahaman le dijo «hey, tú eres un maestro». Y el joven le respondió «bueno, no he ido al templo, pero sé de lo que estás hablando». Y luego se presentó.

«Soy Cassius Clay. Voy a ser el próximo campeón mundial de peso pesado».

Rahaman era capitán en la mezquita de la Nación del Islam en Miami en ese momento. Había escuchado por primera vez las enseñanzas de Elijah Muhammad en 1955. «Yo era lo que se llama un hombre de los deportes», me dijo en 1989 cuando yo estaba investigando para escribir el libro ‘Muhammad Ali: His Life and Times». «Un tipo que jugaba al pool, al póker, y que iba a eventos deportivos. Esa era la vida que yo llevaba. Un hermano llamado James, a quien Elijah Muhammad envió a Atlanta, me enseñó. La primera vez que escuché la voz del Honorable Elijah Muhammad, yo supe que era la verdad. Me convencí de que Dios había enviado a un mensajero».

A pedido de Elijah Muhammad, Rahaman se mudó de Atlanta a Los Ángeles y luego a Chicago. Él y su esposa vivieron en la Ciudad de los Vientos hasta 1961, cuando «El Mensajero» lo envió a Miami. El ministro a cargo del templo de Miami era un hombre llamado Ishmael Sabakhan. Rahaman se transformó en su capitán.

«Eso no era como ser un capitán militar», explicó Rahaman. «Mi trabajo era ver que los hombres en el templo estuviesen capacitados para ser buenos proveedores para sus familias, que estuviesen en buena forma física y se les enseñase a vivir bien. Una vez que uno se hace musulmán, uno tiene que estudiar, y yo estaba también a cargo de ayudar a todos en la mezquita con eso. No habían muchos miembros que atendieran regularmente. En realidad, en Miami éramos como 30. Se creía que habían más, pero solamente 30 venían regularmente.

Para proveer a su familia, Rahaman trabajaba en los hipódromos de Hialeah, Gulfstream y Tropical Park. «En Miami funciona solamente un hipódromo por vez», recuerda. «Cuando uno cierra, abre otro. ¿Conoces esos lugares donde hay gente con loción de afeitar y bebidas digestivas y toallas? Yo tenía esas concesiones, y el puesto de lustrabotas. Habían tres hermanos ahí trabajando conmigo, en todos los hipódromos».

Rahaman sabía quién era Cassius Clay. Lo conocía bien desde las Olimpíadas de 1960. Clay le preguntó a Rahaman si quería venir a su hotel y echar un vistazo a su libro de recortes de diario. Rahaman le dijo que sí. Las cosas fueron fluyendo de ahí en más.

«Fui a su habitación», me dijo Rahaman. «Él la compartía con otro boxeador. El libro de recortes estaba lleno de recortes sobre su carrera, y lucía muy bien. Estaba interesado en sí mismo y estaba interesado en el Islam, y hablamos de las dos cosas al mismo tiempo. Estaba familiarizado de manera casual con algunas de nuestras enseñanzas, a pesar de que nunca había estudiado eso ni le habían hablado mucho. Y yo ví la arrogancia que tenía. Sabía que, si le mostraba la verdad, a él le iría mejor. Por eso lo invité a nuestra siguiente reunión en la mezquita.

Eventualmente, Jeremiah Shabazz se mudaría a Miami para supervisar la educación de Clay. Y Malcolm X tuvo un rol crucial en ese proceso. Pero Rahaman continuó involucrado.

«Le enseñé todo tal cual era, como se debía hacer», recordó Rahaman. «Del mismo modo que le enseñaría a cualquier otro. La única diferencia entre él y otros hermanos era debido a su profesión. No le dábamos las mismas tareas en el templo. Solíamos comer juntos en el Famous Chef Café. Cuando me senté por primera vez con Cassius, nadie le había hablado sobre comer cerdo. Pero no fue difícil lograr que cambie. Él no bebía alcohol ni fumaba ni usaba drogas, y no le importó cambiar lo que comía tampoco. En las reuniones no hablaba mucho. Simplemente se sentaba ahí, esperando aprender. Era un hombre hermoso. Todo lo que quería era que la gente estuviese bien. El Mensajero nos enseñó – y realmente es verdad – que no somos más grandes que el más pequeño de nosotros. Si no sacamos del barro a este hombrecito al que la sociedad rechaza, entonces no somos nada como pueblo. Y Cassius entendió eso».

Rahaman estuvo en el rincón de muchas de las peleas de Ali antes del exilio de Muhammad del boxeo en 1967. Una de esas peleas fue la infame golpiza de ‘¿cómo me llamo?’ ante Ernie Terrell.

«Estábamos yo y Ángelo, y no recuerdo quien más», recuerda Rahaman. «Y no me arrepiento de lo que Ali le hizo a Terrell. Ernie nos conocía porque yo traté de convertirlo al Islam en Miami cuando él y Ali guantearon juntos. Sabía de nuestros principios, y aun así les dio confort a nuestros enemigos al decirle ‘Clay’ a Ali. Antes de la pelea, yo tenía metido en la mente que íbamos a hacer que llame a Ali por su nombre. Le dije eso a Ali. Y luego, durante la pelea, le recordé ‘Hazlo que te llame por tu nombre’. Ya saben la paliza que recibió Terrell por no responder, pero no veo la necesidad de pedir disculpas. El réferi tenía la autoridad de detener la pelea. El médico tenía la autoridad de detener la pelea. El rincón de Terrell podría haberlo detenido, porque era una crueldad».

La dirección de correo electrónico de Thomas Hauser es [email protected]. Su libro más reciente (titulado «Protect Yourself at All Times») fue publicado por la editorial University of Arkansas Press. En 2004, la Asociación de Periodistas de Boxeo de Estados Unidos honró a Hauser con el Premio Nat Fleischer a la excelencia en el periodismo de boxeo.