Thursday, March 28, 2024  |

By Thomas Gerbasi | 

Entre el bajo eléctrico y los guantes de boxeo, el viaje de Mikaela Mayer la ha dejado a las puertas del estrellato, exactamente donde debería estar

En los últimos dos años, cuando las conversaciones se concentraban en las futuras súper estrellas del boxeo femenino, los nombres de Claressa Shields y Katie Taylor eran los primeros que venían a la mente.

Pero si Mikaela Mayer lo hace a su modo, ella se transformará en una verdadera estrella de rock del deporte. Algo muy apropiado, porque ya viene practicando ese estilo de vida.

O algo por el estilo.



«Me fui de gira por Estados Unidos por primera vez cuando tenía 14 años, y mi papá vino con nosotros”, rio Mayer, quien alguna vez fue bajista de la banda femenina LiaFail. Parece ser una historia demasiado salvaje para una futura boxeadora olímpica y retadora mundialista profesional, pero lo es.

«La mayoría de la gente piensa que es una locura”, dice Mayer. «Yo era demasiado joven como para hacer algo así, pero creo que siempre he estado adelantada a mi edad».

«Soy muy extremista. Si voy a hacer algo lo hago al cien por ciento».

Formada en julio del 2003 cuando Mayer tenía apenas 13 años, la banda estelarizó una velada en el legendario Whisky a Go Go en Hollywood apenas dos meses más tarde, y luego se fue de gira. El momento culminante del cuarteto fue tocar en el Warped Tour en 2005, pero después de eso Mayer se fue. Así, sin más.

«Soy muy extremista. Si voy a hacer algo lo hago al cien por ciento», dijo Mayer. «Y cuando decidí que ya no iba a estar en esta banda y quise hacer algo más, literalmente nunca más levanté el bajo. Lo mismo sucedió con el boxeo. Pasé de no estar interesada en ningún deporte en el momento, a entrar a un gimnasio un día y de repente decir que quería ser la mejor boxeadora del mundo y que quería ir a las Olimpíadas. Siempre he sido un poco loca en ese aspecto”.

Una de las compañeras de Mayer en aquella banda, Nita Strauss, ha evolucionado para ser una de las mejores guitarristas de rock del mundo, y hoy toca con el legendario Alice Cooper. En lo que respecta a Mayer, su viaje comenzó cuando se puso los guantes por primera vez a los 17 años, y eso la ha llevado a la cima de la división de peso ligero junior y a ser considerada no solamente como candidata al título mundial sino para una súper pelea con la indiscutida campeona de las 135 libras, Katie Taylor, en el futuro.

Pero primero, una última referencia musical: Como lo diría la canción de Grateful Dead, «esto ha sido un largo y extraño viaje».

Mayer, con 29 años, seguramente concuerda. Pero para alguien que siempre ha parecido ser una joven apurada, su paciencia como boxeadora profesional ha sido muy paciente.

«Siempre he sido el tipo de persona que sabe cómo sucederán las cosas para mí en el momento exacto”, dijo. «Todo tendrá que suceder cuando tenga que suceder».

Por eso, mientras Shields, su compañera en el equipo olímpico estadounidense del 2016, disputó y ganó un título mundial en su cuarto combate profesional, y Taylor hizo lo propio en su séptima presentación paga, Mayer está satisfecha con la manera en que se están dando las cosas, pasando a tener una marca de 11-0 tras su primer combate a 10 asaltos ante Lizbeth Crespo en junio pasado. Es una actitud que ella le debe al promotor Top Rank y al manager George Ruiz, pero especialmente a su entrenador, Al Mitchell.

«Creo que una de las razones por las cuales soy bastante humilde, y no muy hablador, y muy paciente, es gracias a Al», dijo Mayer, cuyo lazo con el respetado entrenador es tan fuerte que se ha tatuado sus iniciales sobre su mano derecha. «Yo estudio a mis oponentes, no dejo nada librado al azar, tomo a todas muy seriamente, y esa es la manera en que yo entreno. Al me entrenó para pelear así. Me dice ‘relájate. La gente va a hablar, van a decir cosas, la gente va a tratar de impulsarte a hacer cosas. Van a decir malas cosas de ti. Y me dijo que no escuche a nadie, que siga yendo al gimnasio y que todo va a ir cayendo en su sitio cuando así deba ser. Y esa es la mentalidad que me ha inculcado».

Estar contratada por Top Rank ayudó mucho, no hay que negarlo. Maestros a la hora de desarrollar boxeadores, los armadores de combates de la promotora con sede en Las Vegas le han conseguido a Mayer las peleas correctas en el momento exacto, poniéndola en situaciones en las que puede destacarse, ya sea en carteleras televisadas o en carteleras previas a eventos grandes – o ambas cosas. Mayer, Promesa del Año 2018 para The Ring, aprecia el modo en que ella ha sido desarrollada en este deporte, especialmente porque piensa que Top Rank arriesgó mucho al contratarla.

«Ellos realmente no sabían”, dijo. «No me habían visto pelear mucho, porque yo estaba peleando en el extranjero en Bulgaria (como amateur) y nadie vio mis peleas. Y realmente no sabían si podían desarrollar un mercado para el boxeo femenino. Por eso se arriesgaron mucho al firmar conmigo. Ellos pensaron que yo podía hacerlo, porque de otro modo no me hubiesen contratado, pero aun así ellos no tenían mucha idea. Por eso pienso que fueron cautelosos también al comienzo. ¿Cuándo podrá aguantar ella? Y creo que he probado ante ellos pelea tras pelea que yo estaba lista para dar el salto. Y pienso que ellos lo vieron también».

No ahorremos palabras aquí. Mayer era (y sigue siendo) una apuesta tan segura como cualquier otra apuesta que se haga sobre un boxeador que pase del amateurismo al profesionalismo. Primero, sabe pelear. Segundo, ella quizás sea la boxeadora más fácil de vender en el boxeo femenino. Tres, ella entiende cómo es esto, el hecho de que es un negocio y no solamente un deporte. Esa idea generalmente tiene una connotación negativa entre fanáticos, pero hay que darle crédito a Mayer y a su equipo por querer hacer las peleas más grandes posibles cuando están en su mejor momento. Y sí, la californiana admite que está comenzando a ponerse un poco ansiosa.

«Quiero que el mundo lo vea, y la gente finalmente está prestando atención al mundo del boxeo femenino. Quiero tener seguidores para cuando logre ese título».

«Recientemente me he puesto un poco impaciente”, ríe. «Siento que estoy lista, pero estoy contenta de haber esperado por dos razones. Una, me he podido ajustar al estilo profesional, y he hecho unos buenos ajustes. He aprendido a trabajar al cuerpo, me he asentado un poco, trabajando detrás del jab, y la gente está viendo eso también. Dos, quiero que el boxeo femenino crezca. No quiero ganar estos títulos mundiales y que nadie me vea hacerlo. Quiero que el mundo lo vea, y la gente finalmente está prestando atención al mundo del boxeo femenino. Quiero tener seguidores para cuando logre ese título. Quiero que la gente se emocione por verme, y quiero poder atraer buenos números».

Un combate entre Mayer y Taylor ciertamente haría que la gente se entusiasme y lograría buenos números. Entonces, ¿es esa la pelea que Mayer está buscando? Sí, pero no todavía. Primero, está el tema de obtener algún que otro campeonato en las 130 libras, y con campeonas formidables como Eva Wahlstrom (WBC), Hyun Mi Choi (WBA), Ewa Brodnicka (WBO) y Maiva Hamadouche (IBF) logrando un récord combinado de 77-2-2, ella tendrá que pelear mucho por ellos. Eso no es un problema para Mayer, sino que es parte del plan maestro.

Mayer acumuló un nuevo logro en junio pasado, ganando su primer combate a 10 rounds tras una decisión casi aplastante sobre la ex retadora al título mundial Lizbeth Crespo.

«Primero quiero esos títulos en las 130 libras», dijo. «Siempre me he enorgullecido del hecho de que tengo una buena cabeza para los negocios también, y eso es importante en un deporte como éste. Y yo sé que pelear ante Katie Taylor ahora mismo puede ser emocionante, pero imaginen lo que será en un año o más: Ambas somos campeonas, ambas invictas, ambas hicimos crecer el boxeo femenino y acumulamos seguidores, y es simplemente una pelea mucho más grande».

Las peleas grandes. Para eso fue hecha Mikaela Mayer. Y a pesar de que alguna vez pensó que estaría en un escenario con un bajo eléctrico colgando del cuello, ahora está en el ring usando guantes.

«Supe inmediatamente cuando entré en aquel gimnasio que esto era lo que yo quería hacer el resto de mi vida», dijo. «Algunas personas viven toda su vida sin encontrar ese tipo de amor y pasión por algo, y eso es lo que me impulsa todos los días. Es una locura porque han pasado 12 años desde que empecé a hacer esto, y finalmente las cosas están sucediendo y estoy cosechando mi recompensa. No tuve ese tipo de satisfacción en las Olimpíadas, lo cual fue muy duro para mí porque yo pensé que estaba destinada a lograrlo, y yo pensé que ahí era el momento en el cual yo comenzaría a sentir esa satisfacción, pero no fue así. Pero en retrospectiva, siento que me ha llevado hasta donde estoy ahora. Eso es exactamente lo que yo quería que pase”.