Tuesday, March 19, 2024  |

By Thomas Hauser | 

JABS Y RECTAS DE PUÑO Y LETRA

DON ELBAUM: UNA VIDA EN EL BOXEO, Y SIN REPROCHES

“Don Elbaum”, dijo alguna vez Jerry Izenberg, “vive alimentándose por los nervios y la intensidad y los sueños que nunca cumplirá”.

Elbaum, elegido para formar parte del Salón Internacional de la Fama del Boxeo en 2019, ha pasado su vida en el boxeo como promotor, armador de peleas, manejador y hombre orquesta. Lo han descripto como un «un embaucador de poca monta» y un «matón encantador, pero sin encanto». Y eso lo ha dicho gente a la que Elbaum le cae bien.

Fue Elbaum quien trajo a Don King al boxeo. Ha estado en connivencia con réferis y jueces, y alguna vez planeó promover peleas en Nevada en un prostíbulo de alto nivel llamado Sherry’s Ranch. «Boxeo en el Burdel» (así se le dio por llamar a ese proyecto) no pudo levantar vuelo porque la legislatura estatal de Nevada cortó el trámite antes de que se apruebe.



La historia más famosa en la que aparece Elbaum se remonta a 1965. Sugar Ray Robinson estaba llegando al final de su gloriosa carrera en el ring y alistándose para pelear con Peter Schmidt en Johnstown, Pennsylvania. El periodismo estaba invitado a una cena de promoción.

«Busqué por todos lados los dos guantes de boxeo más gastados que pude encontrar», recordaría Elbaum, promotor del combate. «El momento más especial de la noche fue cuando me puse de pie y dije ‘Ray, no me preguntes cómo conseguí esto. Pero hace 25 años debutaste profesionalmente en el Madison Square Garden, y estos fueron los guantes que usaste aquel día’. Los ojos de Ray se llenaron de lágrimas. Se sintió genuinamente conmovido por ese momento. Tomó los guantes y los acunó en sus brazos como se acuna a un niño recién nacido».

En ese momento, alguien le sugirió a Robinson que se ponga los guantes para una foto. Y ese fue el momento en el que el mundo descubrió que Don Elbaum le había dado al gran Sugar Ray Robinson dos guantes… zurdos.

«Amo el boxeo”, me dijo Elbaum muchos años después. «Le he dado mi vida al boxeo. Es la razón por la cual he estado en bancarrota, he ido a la cárcel, he vivido en hoteles apestosos. Lo que se te ocurra, lo he hecho por el boxeo. Pero si tuviese que vivir esta vida de nuevo, lo haría todo exactamente igual. El boxeo está en mi sangre. Es una hermosa enfermedad.

Entonces… . . Con este trasfondo, vale recordar una llamada telefónica que recibí recientemente de Elbaum.

«Tengo que decirte esto”, proclamó Don. «Es un clásico. Yo estaba yendo en tren desde Filadelfia a Providence. Leía la revista dominical del New York Times. Había una gran nota sobre Glenda Jackson actuando del Rey Lear. El Rey Lear es una gran obra teatral. Creo que la escribió Shakespeare. Y Glenda Jackson estaba en la tapa de la revista».

«En fin”, continuó Elbaum, «ahí estaba esta mujer sentada en el asiento de enfrente. Creo que tenía unos sesenta años. La miré. Hicimos contacto visual. Y luego ella me dice ‘es muy lindo estar sentada frente a un intelectual’».

***

Adam Pollack vive en Iowa. Según el último conteo de BoxRec.com, ha sido réferi de 63 peleas profesionales y ha sido juez de otras 58 peleas. Nunca ha sido árbitro de un combate grande. Pero tiene una distinción que lo separa de otros árbitros en el ring: Pollack ha escrito biografías aclamadas por la crítica de cada campeón de boxeo con guantes entre John L. Sullivan y Jack Johnson.

Pollack se graduó de abogado en la Universidad de Iowa. Luego de trabajar como fiscal en la Fiscalía del Condado Johnson de Iowa City, abrió un estudio privado como abogado criminalista. Boxeó como amateur mientras estaba en la escuela de leyes y comenzó a ser árbitro y juez de boxeo amateur en la década de 1990. Luego se tomó un descanso de su labor arbitral para ser entrenador, manejador y promotor. Uno de sus boxeadores avanzó a las semifinales de los Guantes Dorados Nacionales masculinos. Una mujer en su equipo ganó múltiples campeonatos nacionales e internacionales en el amateurismo. Son todas buenas credenciales considerando la cantidad limitada de talentos existentes en un lugar pequeño como Iowa.

La pelea más notable en la que Pollack intervino como árbitro hasta ahora tuvo lugar el 20 de julio, en un choque entre Thomas Mattice y Zhora Hamazaryan en Sloan, Iowa. Showtime televisó el pleito a nivel nacional. Mattice recibió una horrenda decisión en su favor que disparó críticas de todo tipo. Pero nadie se quejó del arbitraje.

Algunos pocos árbitros han escrito libros. Casi siempre escriben uno solo, y los libros tienen tonos autobiográficos, basándose en los recuerdos del autor. Pollack ha escrito crónicas de las vidas de John L. Sullivan, James Corbett, Bob Fitzsimmons, James Jeffries, Marvin Hart, Tommy Burns y Jack Johnson in d en detalle, recorriendo páginas de viejos diarios y otras fuentes primarias como material para construir sus narraciones.

En lo que hace a su filosofía del arbitraje, Pollack dice que «no soy yo el protagonista. Son los boxeadores. Los mejores árbitros son los que uno nunca les presta atención. Si la gente sale del estadio hablando sobre el referí, es muy posible que yo haya hecho algo mal.

«Trato de actuar a la antigua en mis intervenciones», continúa Pollack. «Uno quiere mantenerse fuera de la acción. Pero hay que posicionarse para ver bien lo que sucede, y poder dar un salto para intervenir en el combate de manera instantánea. Mi estilo en general es dejar que los boxeadores hagan lo suyo. No me involucro a menos que me vea forzado a hacerlo. Mi mayor obsesión con el arbitraje son los referís que no permiten que los boxeadores trabajen en corto, y que separan a los boxeadores demasiado rápido. Eso tiene un mayor impacto en el resultado de la pelea que el que la gente piensa. Amarrar y pelear en corto son parte del deporte. Si un boxeador se aferra al otro incesantemente con la mano firme, los boxeadores deben ser separados, y eventualmente se deben quitar puntos si la táctica está creando una ventaja injusta y arruinando el flujo de la pelea. Pero hay momentos cuando uno ve a un boxeador trabajando mucho para pelear en corto. Lo terminan amarrando. Y en lugar de permitir que el agresor trabaje libremente y conecte golpes, el referí los separa y empuja físicamente al agresor hacia atrás. Eso le da al boxeador que aferra al otro un descanso, y obliga al que quiere pelar en corto a tener que trabajar nuevamente para provocar la pelea en corto.

«Y otra queja que tengo», dice Pollack, «son los referís que se toman demasiado tiempo para decidir si una pelea debe continuar o ser detenida tras una caída. Un buen referí puede tomar esa determinación a los pocos segundos de concluido el conteo. Se supone que uno evalúe al boxeador durante el conteo. Tomarse 20 segundos después de una caída para tomar una decisión le da al boxeador un tiempo adicional para recuperarse, y penaliza al boxeador rival que quiere finiquitar a su oponente. Y puede ser usado como excusa para no parar una pelea que debe ser detenida».

¿Acaso los diferentes roles que ha tenido Pollack en el boxeo han tenido influencia en su trabajo como escritor?

«Está todo entrelazado», admite. “El hecho es que yo he sido réferi, entrenador, y hasta he boxeado, y eso me ayuda a que vea las cosas desde una cantidad de perspectivas diferentes».

Y supongamos que él fuese capaz de retroceder en el tiempo para ser árbitro de una de aquellas históricas peleas sobre las que ha escrito… ¿cuál elegiría?

«Me encantaría», responde Pollack. «Sería tremendo estar en el ring con John L. Sullivan, James Corbett, Bob Fitzsimmons, todos aquellos campeones de antaño, para ver qué tan buenos eran y qué tan duro podían pegar».

La dirección de correo electrónico de Thomas Hauser es [email protected]. Su libro más reciente (titulado «Protect Yourself at All Times») fue publicado por la editorial University of Arkansas Press. En 2004, la Asociación de Periodistas de Boxeo de Estados Unidos honró a Hauser con el Premio Nat Fleischer a la excelencia en el periodismo de boxeo.