Thursday, April 25, 2024  |

By Michael Montero | 

WELTERS A LA ESPERA

UN POTENCIAL CLÁSICO SE AVECINA EN LA PELEA ENTRE ERROL SPENCE JR. ANTE TERENCE CRAWFORD, PERO NO SE HAGAN ILUSIONES EN CONSEGUIR ESOS BOLETOS

Sin importar en qué orden los clasifiquen, probablemente ustedes también vean a Errol Spence Jr. y Terence Crawford como los dos mejores pesos welter del mundo. Seguramente los tienen en sus listados libra por libra también, tal como los clasifica The Ring en su ranking. Ambos peleadores están invictos, en su mejor momento, y son atracciones probadas en sus respectivas ciudades natales. La promesa de un futuro combate entre Crawford y Spence no solamente tiene en vilo a los fanáticos, sino que tiene a los historiadores del boxeo esperando agregar otro capítulo a un libro ya conocido. Por más de un siglo, la división de peso welter ha aportado algunos de los combates más memorables que luego se han hecho legendarios. Walker-Britton, Ross-McLarnin, Armstrong-Ross, Basilio-DeMarco, Robinson-Gavilán, Nápoles-Griffith – y la lista sigue. A veces, los poderes del boxeo realmente escuchan a los fanáticos y hacen las peleas que éstos quieren, cuando ellos las quieren. Otras veces… bueno, otras veces no es tan así. Tal como es el caso con todas las cosas de la vida, algunos combates están a la altura de las expectativas, y otros no. Aquí les ofrecemos algunos ejemplos recientes.

El Gran Combate:



El 16 de septiembre de 1981 en el Caesars Palace de Las Vegas, «Sugar» Ray Leonard puso su campeonato del CMB y The Ring en el peso welter en disputa ante el invicto monarca de la AMB Thomas «Hitman» Hearns. El muy esperado choque unificaría los títulos de la división (la FIB y la OMB no serían creados sino hasta más tarde en esa misma década), y determinaría el nombre del rey de los rankings libra por libra en todo el boxeo. Leonard (30-1, 21 KOs) venía de sufrir su primera derrota profesional el año anterior ante Roberto Durán, pero se redimió de inmediato en la revancha. Luego de que Durán hiciera su infame «no más», Leonard recuperó el título, pero algunos de sus críticos siguieron atacándolo. Durán era un ex peso ligero, decían ellos. Incluso el gran Wilfred Benítez, a quien Leonard había derrotado para ganar el título en 1979, era un ex peso welter junior. Hearns era más grande, fuerte y natural en el peso welter, con una potencia temible. Moldeado por el entrenador Emanuel Steward en el famoso Kronk Gym de Detroit, solamente dos de los 32 oponentes de Hearns habían escuchado la campana final. El público clamaba por un choque entre Leonard y Hearns, y los boxeadores respondieron a la llamada. No demoraron, ni dejaron madurar la pelea, ni les sacaron jugo a sus cinturones. Consideremos esto: Esa gran pelea tuvo lugar cuando ambos hombres tenían entre 20 y 30 años, y tenían un registro combinado de 62-1 (51 KOs). Y lo mejor de todo es que la pelea estuvo más que a la altura de las circunstancias. Leonard estaba abajo en las tres tarjetas cuando noqueó a Hearns en el 14to asalto de lo que se transformaría en la Pelea del Año de The Ring en 1981. No hubo perdedores esa noche. Ambos hombres terminaron teniendo carreras dignas del Salón de la Fama, y se transformaron en iconos que aún hoy maravillan a los fanáticos.

El Combate No Tan Grande:

El 10 de septiembre de 1993, Julio César Chávez (87-0, 72 KOs) y Pernell Whitaker (32-1, 15 KOs) pelearon en el Alamodome de San Antonio, Texas. Ambos entraron al combate como los peleadores No. 1 y 2 del mundo, libra por libra, según The Ring. A pesar de haber pasado casi toda su carrera en los pesos ligero y welter junior, Whitaker había subido al peso welter a comienzos de ese año, y derrotó a James «Buddy» Mc Girt por la versión CMB del título de esa división. Sin que él lo sepa aún, la pelea con Chávez ya había sido negociada por sus manejadores. Se decidió que, si Whitaker le ganaba a McGirt, Chávez subiría de peso para desafiarlo por su nuevo título con una cláusula: la estrella mexicana exigía un peso intermedio de 145 libras. Las expectativas para este combate eran enormes. Más de 65.000 fanáticos llenaron el Alamodome, con cientos de representantes de los medios de todo el mundo. Desafortunadamente, lo que terminaron viendo fue un combate desparejo que terminó en controversia. Después de 12 asaltos en los cuales el campeón pareció estar claramente haciendo el mejor trabajo, los jueces Mickey Vann y Franz Marti puntuaron 115-115 para dejar en la minoría a Jack Woodruff y su tarjeta de 115-113 a favor de Whitaker. Todos los fanáticos de esa era recuerdan el número de Sports Illustrated dedicado a esa pelea, con la palabra «¡Robo!» en la tapa. La gente de Chávez sabía que habían escapado a duras penas, y nadie quería ser parte de la revancha ante «Sweet Pea». No era la primera vez que un combate de alto nivel protagonizado por «JC» terminaba con tanto drama. Tres años antes, en Las Vegas, Chávez estaba muy atrás en las tarjetas cuando derribó a Meldrick Taylor en el último round de su pelea de campeonato de peso welter junior. Taylor logró ponerse de pie, pero el referí Richard Steele detuvo el combate con apenas dos segundos por disputarse. Esa historia previa hizo que el dudoso empate entre Whitaker y Chávez sea incluso más difícil de tragar para los fanáticos del boxeo.

Seis años más tarde, el 18 de septiembre de 1999, Oscar De La Hoya (31-0, 25 KOs) y Félix Trinidad (35-0, 30 KOs) se enfrentaron en el Mandalay Bay Resort and Casino en Las Vegas. Esta pelea lo tenía todo. El campeón de la FIB oriundo de Puerto Rico y el campeón linear y del CMB de Estados Unidos: «Tito» versus el «Niño de Oro». Conocida como la «Pelea del Milenio», el evento fue un éxito comercial masivo, pero la pelea en sí no logró estar a la altura de las expectativas. De La Hoya se mostró muy fuerte en el inicio y pareció controlar la mayor parte de la acción con su mejor oficio boxístico, pero Trinidad nunca dejó de trabajar. Sintiendo que estaba muy al frente en las tarjetas, Oscar se relajó demasiado en los rounds finales, y dejó que Tito se meta de nuevo en la pelea. Fue suficiente para que dos de los jueces anoten la pelea ajustadamente para el puertorriqueño, quien logró así una controversial decisión mayoritaria a su favor. La cartelera vendió más de 1.4 millones de pay-per-view, y ambos peleadores cosecharon una cifra varias veces millonaria, pero nunca hubo revancha. De La Hoya se transformaría en la atracción principal de su generación, enfrentando a boxeadores como Shane Mosley, Fernando Vargas, Bernard Hopkins, Floyd Mayweather Jr. y Manny Pacquiao. Trinidad mantuvo su récord invicto intacto hasta ser dominado y noqueado por Hopkins en su choque de unificación de peso mediano apenas unas semanas después del ataque terrorista del 11 de septiembre en Nueva York. Los fanáticos todavía discuten hoy sobre quién ganó en 1999 y sobre cómo hubiese sido la revancha.

Floyd Mayweather Jr. (left) vs. Manny Pacquiao. Photo credit: Steve Marcus/Reuters

El Malo:

Una década después de Trinidad-De La Hoya, los fanáticos comenzaron a pedir un choque entre Floyd “Money” Mayweather y Manny “Pacman” Pacquiao. Eventualmente ellos harían esa pelea, pero ya muy pasada su fecha ideal. Tras una ardua negociación con muchas demoras, excusas y acusaciones mutuas, el combate finalmente se hizo el 2 de mayo de 2015, en Las Vegas, ciudad adoptiva de Mayweather. Pacquiao, campeón de la OMB de peso welter, entró al ring con un récord de 57-5-2 (38 KOs) mientras que Mayweather, campeón unificado de The Ring, AMB y CMB, subió con un registro perfecto de 47-0 (26 KOs). Después de toda la previa, todos los comentarios, los boletos con precios absurdos, y el ridículo precio de $100 para el PPV, la prometida «Pelea del Siglo» terminó siendo el Fiasco del Siglo. Mayweather fue muy cauteloso e hizo apenas lo suficiente para ganar por fallo unánime en 12 soporíferos rounds, alzándose con un fallo unánime sobre un letárgico Pacquiao. El evento destruyó todos los récords previos, con 5.7 millones de PPV en todo el mundo, logrando ganancias de más de 500 millones de dólares. Por muy maravilloso que fuese recibir la atención de las masas hacia el boxeo durante una sola noche, la opaca acción en el ring no logró que se convocaran nuevos fanáticos. Las redes sociales se llenaron de comentarios de observadores casuales y celebridades que proclamaban que «ya habían tenido suficiente con el boxeo». Y el subsiguiente «IV Gate» que involucró a Mayweather y a la Agencia Anti-Doping de Estados Unidos no hizo mucho para mejorar el legado de esta pelea. Extrañamente, Pacquiao se separaría de su longevo promotor Bob Arum unos años más tarde para firmar un contrato con el asesor de Mayweather, Al Haymon. Solamente el tiempo diría si una revancha podría tener lugar. De ser así, quizás una versión más desgastada de ambos púgiles podría resultar en una noche de más acción y de redención para los fanáticos casuales.

La Incierta:

Nos adelantamos hasta el día de hoy, y una vez más una potencial pelea de altísimo nivel se perfila en el horizonte de la división de peso welter. Spence (25-0, 21 KOs), con su reciente defensa del título FIB ante Mikey García frente a 47,525 fanáticos en el AT&T Stadium en Arlington, Texas, es visto por muchos como el sucesor al trono de Mayweather. Mientras tanto, Terence Crawford (35-0, 26 KOs), tras su reciente triunfo y defensa del título OMB ante Amir Khan en el Madison Square Garden de New York, es visto por muchos como el mejor boxeador del mundo libra por libra. Crawford-Spence tiene el potencial de ser el Hearns-Leonard de su generación. Al mismo tiempo, las preocupaciones políticas tienen preocupados a los fanáticos, que sospechan que esto podría transformarse en May-Pac 2.0. Para empezar, Spence es parte de la plataforma de Premier Boxing Champions de Al Haymon, que transmite sus peleas en Fox y en la cadena de cable Showtime. Crawford pelea bajo la escudería de Top Rank, que tiene un contrato exclusivo con ESPN. Esto nos retrotrae a la situación con Mayweather y Pacquiao, quienes tenían contratos al momento de su pelea con Showtime y HBO respectivamente. Al final, esos dos peleadores y sus manejadores encontraron el modo de lograr un trato, porque se necesitaban entre sí, ya que no había otros nombres que pudiesen generar ese mismo tipo de ganancias. Pero mientras que Spence parece ser la única opción lucrativa para Crawford y Arum, ese no parece ser el caso en la otra vereda.

Hay una faltante de pesos welter en el establo de Top Rank para darle a Crawford, mientras que en el lado de PBC hay una enorme cantidad de peleadores para que Spence elija. Un combate de unificación con el actual campeón del CMB Shawn Porter (30-2-1, 17 KOs) parece ser el próximo desafío del boxeador que apodan «La Verdad». El nativo de Uzbekistán Kudratillo Abdukakhorov (16-0, 9 KOs) se transformó en el retador obligatorio del título FIB de Spence, y debería ser un factor en esta ecuación dentro del próximo año. Sergey Lipinets (15-1, 11 KOs), tras su reciente victoria sobre Lamont Peterson, es otra opción interna para la empresa PBC. Una pelea entre el invicto pero a menudo inactivo Keith Thurman (29-0, 22 KOs) y Pacquiao (61-7-2, 39 KOs) ya casi está firmada. Si Spence tiene éxito ante Porter, el ganador de Pacquiao-Thurman proveerá un nombre de alto nivel para el futuro inmediato. Si ese torneo de cuatro púgiles entre Spence-Porter y Pacquiao-Thurman realmente se hace, el ganador eventual tendrá un enorme reconocimiento, y seguramente será uno de los nombres principales en todo el boxeo.

Los únicos peso welter notable representados por Top Rank son el lituano Egidijus Kavaliauskas (21-0-1, 17 KOs) y la promesa rusa Alexander Besputin (13-0, 9 KOs), y ninguno de los dos es precisamente un boxeador de renombre. Arum trató de enfrentar a Crawford con boxeadores conocidos de PBC en el pasado, ofreciendo una enorme bolsa al ex campeón de las 140 libras Danny García, pero nadie le devolvió el llamado. Ellos aparentemente se están quedando sin oponentes adecuados para «Bud».

La historia reciente del boxeo prueba que cuando se activa la mentalidad de «atracción principal vs. secundaria», las peleas más esperadas a menudo se demoran, y a veces nunca tienen lugar. Con tantos combates potenciales entre peleadores propios de PBC para Spence, además de sus defensas obligatorias, parece que no estarán listos ni siquiera para pensar en Crawford hasta el 2021. Para entonces, el nativo de Omaha, Nebraska, tendrá 34 años de edad y estará entrando su 14to año en el profesionalismo ¿Estará ya la pelea muy pasada de su fecha ideal para entonces? ¿Podría uno de ellos perder su invicto en todo este tiempo? ¿Podrá Spence, un peso welter grande, lograr las 147 libras reglamentarias de manera cómoda durante un par de años?

Al final, todo se reduce a los boxeadores mismos. Si Errol Spence y Terence Crawford realmente quieren probar que son los mejores del mundo libra por libra, y obviamente los mejores del peso welter en el planeta, tendrán que empujar a sus managers para que hagan la pelea. Solamente el tiempo nos dirá cuánto tiempo durará nuestra espera en el peso welter. ¿Podrán Crawford y Spence hacer realidad esta fantasía? Y de ser así, ¿será esa pelea una adición al capítulo de las icónicas peleas del peso welter en los libros de historia del boxeo? ¿O acaso se demorará tanto que los fanáticos terminarán viéndola como otra pelea por puro dinero como Mayweather-Pacquiao, y se negarán a verla? Y el peor escenario posible: ¿Acaso se transformará en una adición a la triste y larga lista de peleas de ensueño que nunca se hicieron?

Por ahora, la espera continúa.

Michael Montero puede ser encontrado en YouTube, Twitter, Facebook e Instagram en @MonteroOnBoxing.  Su podcast semanal ‘The Neutral Corner’ puede ser escuchado en iTunes, Spotify, y cualquier lugar donde se descarguen podcasts.