Friday, April 19, 2024  |

By Don Stradley | 

Los fanáticos piden por aclamación un tercer pleito entre Canelo y Golovkin, pero la historia ha demostrado que quizás dos veces sean suficientes

Últimamente, pareciera ser que Saúl Álvarez y Gennadiy Golovkin no tienen ningún apuro en resolver sus diferencias. Nos dieron dos peleas muy buenas. La segunda fue la Pelea del Año en 2018, pero en este punto un tercer combate no es definitivo. De hecho, está más cerca de ser categorizado como un gran «quizás». Para frustración de muchos fanáticos, la rivalidad Álvarez-Golovkin ha comenzado a sentirse como una película sin una buena escena final.

Después de sus dos combates con Golovkin, Álvarez ha quedado en una especie de nube de aire enrarecido. Nunca hubiésemos podido proyectar esto para él nueve años atrás, cuando se presentó en una pelea en una cartelera encabezada por el pleito entre Floyd Mayweather y Shane Mosley. En ese momento, en lo que fue su debut en el pay-per-view estadounidense, Álvarez anotó un nocaut técnico en nueve asaltos sobre José Cotto, pero fue conmovido duramente a comienzos de la pelea. Ahora, como la mayor estrella del boxeo mexicano después de Julio César Chávez, y ganando cifras siderales de dinero, parece estar sentado en un cómodo sitial muy por encima del resto de los mortales. Después de alcanzar esas alturas en parte debido a sus peleas con Golovkin, uno pensaría que Álvarez honraría a su oponente con un tercer combate. Sería lo más caballeroso, considerando que los fanáticos que realmente están de acuerdo con la puntuación del primer encuentro (y quizás con la del segundo también) son una minoría. Además, no puede ser saludable para el karma de nadie andar por ahí con tantos veredictos controversiales en el récord personal. ¿Cómo hace para dormir sabiendo que tanta gente piensa que el primer combate, que fuera declarado empate, debería haber sido para Golovkin y que el segundo, que fue para Álvarez por fallo mayoritario, también podría haber ido para Golovkin o fue quizás un empate? Por supuesto, la mayoría de la gente probablemente asume que es fácil dormir cuando acabas de firmar un contrato por $365 millones de dólares.

¿Acaso será mala la ausencia de un tercer combate? ¿O será quizás mejor que algunas trilogías simplemente no terminen de completarse?



Desde que Álvarez sufriera una reciente debacle involucrando a la FIB (en la que se cayeron las conversaciones sobre una posible pelea con Sergiy Derevyanchenko, y luego Álvarez fue despojado del cinturón de ese organismo para que luego, oh sorpresa, Golovkin entrara para enfrentar a Derevyanchenko por el repentinamente vacante título el 5 de octubre) ha sido un guerrero sin una guerra para pelear. Al cierre de esta edición, se hablaba de que el monarca de peso semipesado Sergey Kovalev, quien anotara recientemente un nocaut en 11 asaltos ante Anthony Yarde el 24 de febrero, era el principal candidato a ser rival de Canelo en su retorno, pactado para noviembre, pero según Golden Boy Promotions, un tercer pleito con Golovkin todavía está en la mente de Canelo. «Nos ha dicho (y lo ha hecho muchas veces) que ésta es la pelea que los fanáticos y los medios quieren, y que la hará”, dijo el presidente de la empresa, Eric Gómez, en agosto pasado.

Canelo-Golovkin III es uno de los mejores combates y de los mayores eventos que se pueden hacer en el boxeo, por lo cual naturalmente es la pelea que los fanáticos (y DAZN, la plataforma exclusiva de transmisión de las peleas del estelar peso mediano) quieren ver. Sin embargo, Álvarez se rehúsa a simplemente obedecer órdenes. Es posible que continúe rechazando los desafíos de Golovkin. Y eso lleva a esta pregunta: ¿Acaso será mala la ausencia de un tercer combate? ¿O será quizás mejor que algunas trilogías simplemente no terminen de completarse? No sería la primera vez que una confrontación tan redituable no llegue a tener un mágico tercer episodio.

La rivalidad entre Robinson y Basilio produjo dos peleas del año, pero un tercer combate nunca llegó a darse.

Sugar Ray Robinson y Carmen Basilio hicieron dos combates a finales de la década de 1950, ganando uno cada uno. En el primero, Basilio se llevó un triunfo por fallo dividido en 15 asaltos, y con él se alzó también con el campeonato de peso mediano, siendo recordada como una de las grandes batallas de ida y vuelta en la historia del boxeo. El segundo fue otro fallo dividido, y esta vez el ganador fue Robinson. El hecho de que ambos choques hayan sido muy cerrados, que hayan ganado el honor de ser Pelea del Año de la revista The Ring (1957 y ‘58) y que lograran atraer grandes multitudes casi garantizaba un tercer pleito. De hecho, se hablaba seriamente de un choque definitivo para febrero o marzo de 1959. Pero a pesar de lo que pueda decirte tu abuelo, la política del boxeo era tan complicada en ese entonces como lo es hoy.

Luego de haber visto suficiente a Basilio, Robinson comenzó a hablar de un salto de divisiones para enfrentar al campeón de peso semipesado Archie Moore, en lo que hubiese sido una gran atracción. En lugar de eso, Robinson se dedicó a holgazanear durante los meses siguientes, y fue despojado de su título por la National Boxing Association. En lugar de enfrentar a Moore o Basilio, terminó peleando en Boston (siendo reconocido todavía como campeón por New York, Massachusetts y The Ring), donde perdió por controversial decisión ante el obrero del ring local Paul Pender. Para entonces, Robinson tenía 38 años y se consideraba que sus mejores años ya habían quedado atrás, mientras que Basilio, quien quizás haya dejado sus mejores actuaciones en el ring con Robinson, perdió tres de sus siete siguientes combates antes de retirarse en 1961.

Robinson es reverenciado como una leyenda hoy en día, pero a finales de la década del 1950 era visto como una especie de diva, un peleador que pensaba que estaba por encima de todo lo que le dictaba el negocio del boxeo, especialmente en lo relacionado a su carrera. Pero la mayoría piensa que cometió un error al no pelear con Basilio de nuevo. Basilio le diría años más tarde al autor Peter Heller que Robinson probablemente se haya arrepentido de su decisión, «porque había mucho dinero de por medio para los dos. Y más todavía para él. Hubiese ganado el doble que yo”.

Pero, de todos modos, quizás Robinson ya se daba por satisfecho con ese doblete. Recuperó el título y no tuvo que arriesgar otro combate cerrado que podría haber terminado en manos de Basilio. A veces dos veces es suficiente.

Dos combates clásicos (con ocho años de diferencia) fueron suficientes para Thomas Hearns y Sugar Ray Leonard.

Jack Dempsey probablemente estuvo satisfecho de terminar su serie ante Gene Tunney con solamente dos combates. A pesar de que Dempsey perdió ambas peleas por puntos, la segunda tuvo un momento que puede haberle dado mucha satisfacción, aun cuando no recuperó el título de peso pesado que Tunney le había arrebatado. En ese segundo combate, uno de los momentos deportivos más significativos de la década de 1920, Tunney fue enviado a las lonas en el 7mo round luego de una tormenta perfecta de golpes de parte de Dempsey. Pero con Dempsey rehusándose a ir a un rincón neutral para que el árbitro Dave Barry pudiera iniciar el conteo, Tunney se mantuvo en las lonas durante lo que pareció ser una eternidad. Tunney se puso de pie y ganó el combate por puntos, pero para los escandalizados fanáticos de Dempsey la pelea fue un escándalo. Se habló de un tercer combate, pero ambos boxeadores deseaban ya retirarse. Además, «la cuenta larga» hizo que Dempsey se viera brevemente como el tigre que alguna vez fue, lo cual le dio a su carrera un final agridulce, y a sus admiradores les dejó una emoción que nunca olvidaron.

Las dos peleas en la serie entre Evander Holyfield y Mike Tyson terminaron con Tyson mordiendo a Holyfield y siendo descalificado. El final no fue satisfactorio, pero en lo que hace a la reputación de Tyson, tuvo cierto grado de perfección. Lo terminó por encasillar con la imagen con la que él siempre jugueteaba: la de un total y absoluto psicótico callejero, una imagen que luego protagonizaría con gusto durante muchos años. Lo que mató la posibilidad de un tercer combate fue que Tyson perdió su licencia de boxeador y pasó más de un año tratando de convencer a las autoridades de que estaba emocionalmente centrado como para pelear. Un tercer combate hubiese sido lucrativo, pero las posibilidades eran muy grandes de que hubiese resultado en un triunfo de Holyfield, y tres derrotas consecutivas hubiesen sido un infierno para el valor de mercado de Tyson. En lugar de eso, él abandonó Las Vegas en aquella fatídica noche de 1997 con una nueva y oscura personalidad que lo mantuvo vendible a los ojos del público a pesar de que sus habilidades estaban decayendo.

Shane Mosley anotó dos triunfos sobre Oscar De La Hoya, pero el segundo terminó en una nota tan controversial que un tercer combate parecía lo más apropiado. Mucha gente no solamente estuvo en desacuerdo con la puntuación que le dio a Mosley el triunfo en el segundo combate, sino que más tarde éste empeoraría las cosas admitiendo que usó accidentalmente un producto de doping ilegal durante su entrenamiento. Ninguno de ellos lució bien al año siguiente, con Mosley cayendo dos veces seguidas por puntos ante Winky Wright, mientras que De La Hoya sufrió para derrotar a Félix Sturm y perdió por nocaut ante Bernard Hopkins. Un tercer combate entre De La Hoya y Mosley podría haber sido entretenido, pero hubiese sido difícil de vender. El mejor momento de ambos ya había quedado muy atrás.

Los fanáticos también se perdieron algo importante cuando un tercer pleito entre José Luis Castillo y Diego Corrales no llegó a materializarse.

Los dos combates entre los estelares pesos gallo Johnny Tapia y Paulie Ayala, ambos ganados por Ayala, parecían destinados a disparar un inevitable tercer episodio. Luego de perder por puntos en el primer combate, Tapia estaba seguro de que había hecho lo suficiente como para ganar la revancha en el 2000. Cuando las tarjetas se anunciaron a favor de Ayala nuevamente, Tapia perdió los estribos y debió ser escoltado fuera del ring por personal de seguridad. En lugar de pelear una tercera ocasión, ambos peleadores subieron de peso, donde fueron razonablemente exitosos, pero no necesariamente tuvieron grandes combates. Ayala se retiró en el 2004 mientras que Tapia peleó solamente esporádicamente gracias a su atormentada vida personal. Un tercer combate hubiese sido interesante, incluso en un peso más alto, pero simplemente no estaba destinado a suceder. Al final, Tapia fue exaltado de manera póstuma al Salón Internacional de la Fama del Boxeo, incluso sin el beneficio de ese tercer combate con Ayala.

Los fanáticos también se perdieron algo importante cuando un tercer pleito entre José Luis Castillo y Diego Corrales no llegó a materializarse. Su primer combate, en el cual se impuso Corrales por nocaut en 10 asaltos, fue la Pelea del Año de The Ring en 2005, y uno de los grandes clásicos de la historia. Castillo logró su venganza en la revancha, noqueando a Corrales en el cuarto asalto. El hecho de que Castillo llegó al segundo combate por encima del límite de las 135 libras y que no debió debilitarse demasiado para cumplir con el peso obligatorio seguramente jugó un gran papel en su victoria. El tercer combate ya estaba firmado, sellado y encaminado, pero Castillo nuevamente se presentó con sobrepeso al pesaje (esta vez con un inexcusable exceso de más de dos kilogramos por encima del límite del peso ligero). El equipo de Corrales pensó que no era correcto aceptar una desventaja semejante, y terminó desistiendo de subir al cuadrilátero. Los dueños de los boletos de la pelea fueron los más perjudicados.

Castillo fue defenestrado por su falta de profesionalismo. «Es una desgracia”, dijo el promotor Bob Arum. Lo que siguió fueron una larga serie de insultos y acciones legales, pero no hubo un tercer combate. Si lo hubiese habido, y siempre y cuando hubiesen encontrado una división de peso para que Castillo pelee ahí, seguramente hubiese sido otra pelea callejera memorable. No es fácil elegir un ganador (Corrales perdió sus dos siguientes combates antes de que un choque de motocicleta terminara con su vida, mientras que Castillo no estuvo en su mejor forma durante sus futuras campañas en los pesos welter y welter junior), pero es Castillo, y no Corrales, quien siempre será recordado como el boxeador que evitó que se diera el tercer y definitivo choque entre ambos. No es una buena adición al currículum de nadie.

En cuanto a Hearns, el empate implicó que al menos durante una noche él estuvo a la par de Leonard.

Thomas Hearns esperaba tener un tercer combate con Sugar Ray Leonard, y no solamente por el dinero que se podía ganar, sino porque sabía lo cerca que había estado de derrotar a Leonard en los dos combates anteriores. Había estado al frente en las tarjetas en 1981 cuando Leonard logró una dramática remontada para ganar por nocaut técnico en el 14to asalto, y parecía estar al frente nuevamente en su revancha en 1989, en la que Leonard recibió un empate de regalo de parte de los jueces que aparentemente se distrajeron por algo ajeno a lo que fue una gran actuación de Hearns. Un tercer combate llegó a ser evaluado, pero las partes en pugna no pudieron acordar cuánto dinero le pagarían a Hearns o en qué división se haría la pelea. Ambos continuaron sus carreras por separado, sin preocuparse si sus respectivos legados se verían afectados. De algún modo, el veredicto de empate en el segundo combate les sirvió a los dos. Leonard se escapó sin ninguna derrota, y nunca más tuvo que preocuparse por enfrentar al formidable Hearns. En cuanto a Hearns, el empate implicó que al menos durante una noche él estuvo a la par de Leonard. Sin duda se lo notó complacido en años recientes, cuando Leonard dijo públicamente que Hearns hizo un mejor trabajo que él en la segunda pelea, a pesar de lo que indicaban las tarjetas.

Las terceras peleas no siempre están garantizadas, sin importar quiénes sean los participantes. El negocio del boxeo sigue adelante. Si Golovkin y Canelo ganan más dinero juntos que con cualquier otro oponente, seguramente veremos una tercera pelea. Pero con Golovkin envejeciendo y Canelo mejorando todavía pelea tras pelea, un tercer combate quizás no esté a la altura de lo que la gente espera. Así son las cosas en el mundo del boxeo. Cuando Leonard no enfrentó a Hearns por tercera ocasión, éste optó por un combate de desquite final ante su viejo enemigo Roberto Durán. Leonard ganó por decisión en 12 asaltos en una pelea que no solamente fue más floja que el barro, sino que fue instantáneamente olvidable, transformándose en un perfecto ejemplo de cómo a veces dos es mejor que tres.

Álvarez-Golovkin III: ¿La queremos? ¿La necesitamos?

 

Steve Farhood, Showtime: «El mundo no se va a acabar si no hay un tercer combate. De hecho, en este momento me gustaría ver sangre joven, como Jermall Charlo o Demetrius Andrade vs. Canelo. Hay muy pocas dudas de que, si no hay tercer combate, eso dañará mucho más al legado de Golovkin que al de Canelo. Canelo parece estar reticente a hacerlo nuevamente, pero durante el transcurso de toda su carrera ha buscado siempre a los oponentes más difíciles y duros, desde Floyd hasta Austin Trout y desde Erislandy Lara a Golovkin. Por eso no creo que perderse un tercer combate con Golovkin le ocasione un daño a su currículum».

Mark Kriegel, analista de boxeo de ESPN: «Si hay un clamor popular para que Canelo y Golovkin se enfrenten de nuevo, aparentemente el único que lo puede escuchar es Golovkin. Es una pena. A sus 37 años, Golovkin ha transformado a Canelo en su ‘gran ballena blanca’. Si la primera pelea terminó en una mala decisión – algo con lo que estoy de acuerdo, pero seamos realistas: hemos visto cosas peores – Golovkin tuvo una oportunidad perfectamente buena para corregirla. En lugar de eso, fue superado en nivel de boxeo. Hagan todas las bromas sobre la carne de res mexicana que quieran, pero Canelo me demostró mucho en esa segunda pelea. Aun así, después de 24 rounds, ¿qué es lo que ha sido tan dramático y atrapante como para que el mundo desee ver todo esto nuevamente?».

Kevin Mitchell, periódico The UK Guardian: «A mí me gustaría ver una tercera pelea. Extrañamente, la percepción es que Canelo ha emergido de sus dos primeros combates como el ganador indiscutido de su rivalidad. No estoy de acuerdo. La primera fue cerrada, y yo vi ganar a GGG. La segunda fue más difícil de puntuar, pero yo tranquilamente podría dejar la serie empatada en 1-1 después de los dos combates. Debo decir que antes de que pelearan yo pensaba que Golovkin demostraría ser superior en cualquier pelea entre ellos. Ahora no estoy tan seguro. La edad es cruel. Más allá de eso, esta rivalidad merece una resolución, al igual que todas las grandes rivalidades».

Dan Rafael, ESPN.com: «Al igual que cualquier otro fanático del boxeo, a mí me gustaría ver Canelo-GGG III. Definitivamente. Habiendo dicho esto, no tengo problemas de que esa no sea la próxima pelea de ambos. No hay nada de malo con tener un poco de espacio entre sus peleas. Eso sí, yo estaría un poco decepcionado si nunca sucede. Si nunca vuelven a hacerlo, no creo que eso dañe a ninguno de ellos en lo que respecta a su legado. Ellos tuvieron dos peleas excelentes y muy significativas en las que se mostraron muy competitivos. Creo que GGG se mereció una victoria cerrada en la primera pelea, y yo la vi empate en la segunda, pero aún si nunca vuelven a pelear, ambos serán vistos como los mejores de su tiempo».

Carlo Rotella, The New York Times: «Es mejor si los buenos boxeadores se enfrentan entre sí, por lo cual estoy usualmente a favor de que la serie continúe, aún si todavía hay cosas para ajustar entre ambos. En este caso, lo que ha hecho que la serie se ponga interesante es el ángulo entre el decaimiento de Golovkin con respecto a sus mejores años, y la madurez de Álvarez como boxeador. Por eso, la serie podría estar perdiendo paridad porque sus edades se están cruzando en el momento menos fructífero actualmente, pero aun así el combate es lo suficientemente parejo como para que valga la pena enterarnos si eso terminará siendo un factor de cuidado. Esto es, si será Golovkin capaz de lograr una obra maestra tardía o si quizás Álvarez nos mostrará el inicio de su propio decaimiento físico».