Friday, April 19, 2024  |

By Brin-Jonathan Butler | 

DEONTAY WILDER, EL MÁS PELIGROSO Y A LA VEZ VULNERABLE ARTISTA DEL NOCAUT EN EL BOXEO ACTUAL, ENFRENTA A LUIS ORTIZ EN UNA REVANCHA QUE PODRÍA (UNA VEZ MÁS) ALTERAR EL DELICADO BALANCE DE LA DIVISIÓN DE PESO PESADO

En noviembre de 2018, en los días previos al combate entre el monarca de peso pesado del CMB Deontay Wilder ante el campeón lineal Tyson Fury en el Staples Center de Los Ángeles, volé a Tuscaloosa, Alabama, para observar los últimos dos días de sparring en el campamento de entrenamiento de Wilder. Hubieron tres sparrings, cada uno de ellos elegido específicamente por su estatura similar a la de Fury, y uno de ellos incluso modeló su estilo lo mejor posible para crear una versión de los movimientos impredecibles y tácticas poco ortodoxas de Fury en el ring. Varios periodistas habían volado desde el Reino Unido para cubrir Wilder-Fury. Todos ellos quedaron silenciosamente absortos en la parte trasera del gimnasio, observando a Wilder mientras luchaba para superar los problemas más sencillos que le presentaban sus sparrings. 

En contraste con lo que estamos mirando, el entrenador de Wilder, Jay Deas, le grita de manera entusiasta a su boxeador, y sonríe con aprobación: “¡Ahí está, D! ¡Hermoso! ¡Tú primero, D!» Un cartel colgaba sobre el ring, celebrando a «El Próximo Campeón Mundial de Peso Pesado, el Bombardero de Bronce!!». La palabra «Próximo» había sido tachada con un marcador negro y reemplazada con «NUEVO». Otro cartel listaba dos columnas de campeones, divididos en «CAMPEONES de corto plazo» y «CAMPEONES de largo plazo». Leon Spinks, Trevor Berbick, Pinklon Thomas, Tony Tubbs, Frank Bruno y Bermane Stiverne estaban en la primera columna, mientras que Rocky Marciano, Muhammad Ali, George Foreman, Larry Holmes, Lennox Lewis y DEONTAY WILDER redondeaban la otra. Wilder había tenido en sus manos el campeonato durante apenas cuatro años después de haber derrotado a Stiverne.



Entre un round y otro, yo me acerqué al grupo de periodistas británicos y les susurré un par de preguntas sobre sus opiniones ante el trabajo del campeón oriundo de Estados Unidos y su registro de 40-0 con 39 nocauts. El miembro más veterano del grupo se dirigió a mí con una mirada casi avergonzada, y me confesó «¿es este el modo en que trabaja Wilder cuando entra al ring? Bueno, si Wilder no puede noquear a Fury, bien podría terminar perdiendo cada round si Fury boxea en círculos alrededor suyo». 

La campana sonó y nos quedamos ahí para ver algunos rounds más hasta que ellos terminaron de guantear por el día. Nada de lo que yo había visto me disuadió de la idea de aceptar la evaluación de ese periodista británico. Dos verdades paralelas resaltan cuando vemos a Deontay Wilder trabajando de cerca: Si Wilder no está en posesión de una de las más peligrosas manos derechas en la historia del boxeo, entonces ciertamente tiene una de las más formidables de esas armas hoy en día. Segundo, frecuentemente demuestra una ausencia tan surrealista de coordinación y técnica durante sus combates que uno no logra sacarse de la cabeza la idea de que probablemente está viendo al practicante más crudo de la «dulce ciencia» que jamás haya tenido un título mundial en su poder. Simultáneamente, creo que los dones ofensivos de Wilder implican un serio riesgo para cualquier campeón de peso pesado que haya vivido, pero creo también que ofrece más riesgos como boxeador para perder cómodamente cometiendo apenas un par de errores ante casi cualquier peso pesado de élite de hoy: Andy Ruiz Jr., Anthony Joshua, Luis Ortiz, Fury, Aleksandr Usyk.

Lo que hace que la revancha entre Wilder y Ortiz sea tan atrayente no es solamente lo que está en juego para ambos púgiles si es que ganan, sino lo mucho que ambos tienen que probar tras su pelea anterior.

El pasado 1 de diciembre, en el Staples Center, según muchos fanáticos y periodistas, Wilder estuvo a la altura de la predicción de aquel colega británico de aquella noche en Tuscaloosa. Si bien Wilder no perdió todos los rounds en los que no pudo enviar a Wilder a las lonas, ciertamente no ganó tampoco ni uno solo de esos rounds de manera totalmente convincente. Los jueces le dieron un empate por ese esfuerzo, y Wilder retuvo su título ante una avalancha de abucheos. 

Esta fue la segunda pelea seguida en la que Wilder retuvo su título por un margen mínimo. Apenas nueve meses antes, en el Barclays Center en Brooklyn, Nueva York, si Luis Ortiz hubiese tenido 20 segundos más en el séptimo round quizás hubiese liquidado a un Wilder que se veía mareado. En lugar de eso, Wilder superó la adversidad para recuperarse y anotar una terrible victoria por nocaut en 10 asaltos. Al igual que con Fury, el drama y la acción entre Wilder y Ortiz hicieron que sea una de las peleas más emocionantes del año.

Ahora, una pelea este próximo 23 de noviembre ante «King Kong» Fury nuevamente se interpone con una mega-revancha ante Fury en febrero próximo. Pero el formidable paisaje del peso pesado ha cambiado considerablemente en los últimos años. Todo tipo de vulnerabilidades han sido expuestas entre los titanes de la división. El pasado 1ro de junio, Joshua era la parte perdedora en lo que fue la mayor sorpresa en el peso pesado desde que Buster Douglas noqueara a Mike Tyson. Al igual que Tyson antes suyo, el aura de invencibilidad de Joshua fue obliterado por Ruiz, un boxeador ampliamente desfavorecido, quien dio lo mejor de sí en cada segundo de la pelea desde el primer campanazo en lugar de meramente dedicarse a sobrevivir ante un campeón de la estatura de Joshua. El invicto Fury evitó milagrosamente ser noqueado por Wilder en uno de los momentos más dramáticos en la historia del campeonato de peso pesado. Ortiz estuvo seguramente a un solo golpe limpio de aplastar a Wilder. Cientos de millones de dólares siguen disponibles para estos peleadores, con varias permutaciones de mega-combates posibles si es que los promotores pueden atemperar sus ambiciones y hacer bien su trabajo. Tal como ya lo hemos visto, las peleas preparatorias y las demoras innecesarias en realizar otros combates ofrecen todo tipo de riesgos con este grupo de campeones. Lo que parecía ser una era dorada en la división de peso pesado, con tres campeones mundiales jugando a las sillas musicales para unificar sus títulos, ahora amenaza con ser descarrilado por la política del boxeo antes de que las peleas más lucrativas y emblemáticas del peso pesado en esta década puedan tener lugar. Si Joshua pierde nuevamente ante Ruiz, podría terminar retirándose antes de enfrentar a Wilder o Fury en mega-peleas. 

El «cuco» cubano Ortiz, ahora con más de 40 años, invicto hasta su pelea con Wilder, ha ganado tres peleas seguidas antes de esta revancha que le espera en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas. A pesar de su edad y sus problemas previos con las pruebas antidoping, Ortiz probó tener la pegada y el aplomo como para transformarse en el primer cubano en obtener el campeonato de peso pesado en la historia en su combate anterior ante Wilder. 

Wilder, veterano de 11 años en el deporte y ahora con 33 años de edad, ha defendido exitosamente su título en nueve ocasiones. Tiene ahora la oportunidad de realizar una fuerte declaración en la división como el peso pesado dominante de su era si es que puede respaldar su predicción de producir un nocaut temprano ante Ortiz. Ortiz tiene la oportunidad de vengar la única derrota de su currículum y transformar la división de peso pesado casi tanto como Ruiz lo hizo ante Joshua.

Lo que hace que la revancha entre Wilder y Ortiz sea tan atrayente no es solamente lo que está en juego para ambos púgiles si es que ganan, sino lo mucho que ambos tienen que probar tras su pelea anterior. Ortiz probablemente sabe que si falla en esta oportunidad seguramente no tendrá otra chance en su carrera, lo cual significa que quizás lo veamos salir con todas sus armas a un ataque a todo o nada desde el comienzo. El ego y la competitividad de Wilder quizás lo ayuden a superar ese momento, a pesar de la peligrosa situación que tuvo que superar en el séptimo round ante Ortiz en su pelea anterior con él. Pero Wilder ha tenido ahora un título por los últimos cuatro años, y la pelea definitoria de su carrera le aportó a Tyson Fury una de las recuperaciones más importantes en la historia del boxeo. A su favor, diremos que el nativo de Alabama está peleando no solamente por grandes cheques sino por su lugar en la historia. Está en su mejor momento, y los próximos dos años seguramente definirán su legado. La revancha con Ortiz es un obstáculo más en su camino. 

Wilder ha combatido sin derrotas por los últimos 11 años, y sus seguidores apuntan a su amenazante tasa de nocauts del 98 por ciento como evidencia de su dominante presencia en esta era del boxeo de peso pesado. Si un escenario se da a su favor, Ortiz quizás pueda ser el primer paso hacia combates con tipos como Ruiz, Joshua, Fury, o el emergente Aleksandr Usyk. El otro escenario podría lucir como lo que le pasó al invicto gigante de peso pesado Michael Grant en el 2000 antes de subirse al ring con Lennox Lewis en el Madison Square Garden para disputar los títulos de la FIB y CMB. El currículum de Grant incluía 31 victorias y 22 nocauts, y su enorme estatura y potencia llevaron a algunas voces destacadas del deporte a sugerir que podría asumir el manto del futuro campeón dominante de la división. En dos asaltos, Lewis finiquitó cualquier discusión sobre Grant como talento destacado de su generación. Lo mismo podría pasarle a Wilder si termina perdiendo por un espectacular nocaut a manos de Joshua, Ruiz, Fury o Usyk. Casi le pasa ante un ya veterano Luis Ortiz. 

Lo que hace que Wilder sea uno de los boxeadores más atractivos para ver en el deporte es el extraño modo en que tiene un enorme potencial de protagonizar ambos escenarios. Con cada pelea importante de su carrera, al igual que en cada round de sparring realizado en Tuscaloosa, un nocaut nunca parece estar demasiado lejos – ya sea como víctima o como victimario.