Friday, March 29, 2024  |

By Gerry Cooney | 

RINGSIDE

UN CAMINO DIFÍCIL CON UN FINAL FELIZ

Hacerme profesional fue la mejor experiencia para mí, porque el medallista dorado olímpico Howard Davis recibió un tremendo contrato de CBS y yo pude pelear en una de sus carteleras. Viajé a Kentucky, peleé en Las Vegas – en todos esos lugares que nunca podría haber visitado. Armar una carrera así fue divertido, yo pegaba duro, entrenaba fuerte y la vida era dulce. Yo estaba en Long Island, en mi ciudad natal, con una gran comunidad irlandesa, y era amigo de todo el mundo.

Cuando me llegó la fama, realmente no me permití sentir nada extraordinario. Crecí en un sistema familiar muy duro, mi padre era alcohólico y nos enseñó muchas cosas negativas. Cuando creces en una familia así, tienes temor a sentirte bien, porque crees que los buenos sentimientos no te pertenecen. Pero yo tuve muchos amigos con los cuales crecí, que viajaron conmigo, y lo pasamos lo mejor posible. EN la vida, lleva tiempo superar ciertas cosas. Mi padre era un tipo muy enfadado, muy físico, y realmente yo no creía en mí mismo al comienzo.

Con el tiempo, comencé a desarrollarme en el ring. Para ser un boxeador de nivel mundial, hay un momento de menos de un segundo para crear una oportunidad para un buen golpe, una buena apertura, y eso es emocionante para un atleta. Es como un corredor de fútbol americano, puede moverse para encontrar un pasaje y atravesar la defensa. Para un boxeador, uno crea esa apertura y le quita el poder al otro boxeador.



Cuando enfrenté a Ken Norton, yo pensé que me esperaba una pelea dura, pero lo conecté con esa derecha al cuerpo y lo hice temblar un poco. Eso se sintió muy bien. Me dije ‘déjame que tire una buena mano’, y lo puse a girar como un trompo hacia el rincón. Una vez que me acostumbré a sus movimientos, lo noqueé en seco a los 54 segundos. Ahora siempre me cuido, pero la noche que noqueé a Norton, fue como si se encendiera una luz. Me embarqué en una vida loca, bebiendo regularmente. Si miro hacia atrás, ahí es donde terminó mi carrera, comencé a beber y festejar, y eso fue mi final.

Cuando Larry Holmes me derribó en el segundo round, recuerdo haber pensado ‘¿qué diablos estoy haciendo aquí?’. Me puse de pie y peleé con más fuerza para ganarme el respeto de nuevo. Cuando te lastiman así, tienes que pelear para recuperar el respeto. Hablar de esa pelea todos estos años después todavía me da escalofríos, porque fue una experiencia tan grande. Miro hacia atrás y veo cómo me crie y lo comparo con lo lejos que llegué. No se suponía que yo llegué tan lejos, y tuve que encontrar mi propio camino. Tuve tantas cosas en mi vida, estaba solucionando problemas de otra gente, cuidando a mi familia – todo se fue sumando.

Aun así, tuve una gran pelea con Holmes, pero tuve un desgarro en el manguito rotador, y francamente él era un gran campeón. A pesar de todas mis mierdas, Holmes era un gran boxeador, era el mejor, uno de los cinco mejores de la historia del peso pesado. Era muy inteligente en el ring y, para ser honesto, yo necesitaba cuatro o cinco peleas duras más para estar listo para él. Necesitaba que alguien me tome del brazo, alguien que me cuide, y nunca tuve eso.

Hubo mucha mala espina antes del combate, pero en la noche de nuestra pelea, nuestro referí Mills Lane nos dio las instrucciones, Holmes me miró y me dijo ‘hagamos una buena pelea’. Y lo logramos. No tenía sentido enojarse durante los días previos, porque yo estaba viviendo mi sueño, estaba peleando por el título mundial de peso pesado del mundo. Hubieron muchas cosas sucias alrededor de esa pelea – el Ku Klux Klan, mucho odio – pero Don King estaba creando mucho de eso para ganar dinero. Se puso feo.

Yo reconozco que fui muy duro conmigo mismo cuando perdí con Holmes, y fue casi como si me saboteara a mí mismo. Cuando creces en una familia disfuncional, es como si todo el tiempo estuvieses tratando de arruinar las cosas, porque no crees que te merezcas tener cosas buenas. Lo tiré todo a la basura, pero eso también salvó mi vida. Si yo hubiese ganado esa pelea con Holmes ahora estaría muerto, porque estaba viviendo la vida loca.

Pero he hecho las paces con lo que hice en mi carrera. Llegué muy lejos con lo que se me dio en la vida. ¿Desearía que todo desaparezca? Sí, claro. Pero lo importante es que ahorré mi dinero. Tuve a estos dos managers (Dennis Rappaport y Mike Jones) que se odiaban entre sí, entonces los hice vigilarse entre ellos y así pude quedarme con mi dinero. Yo habré nacido ayer… ¡pero no nací anoche! Sabía que vendrían días grises, y quería asegurarme de que tendría cómo sostenerme.

Yo me alejé del boxeo, pero estoy entrenando boxeadores ahora, y me apasiona todo esto de nuevo. Entreno a chicos, he comenzado a entrenar algunos profesionales, y quiero transmitirles lo que me dieron mis entrenadores. Muchos de los grandes entrenadores ya fallecieron, no están más con nosotros. El boxeo está demasiado decaído en comparación con lo que solía ser. Yo tuve buenos maestros. Gil Clancy fue un grande, y Víctor Valle, mi entrenador durante la mayor parte de mi carrera, fue un gran maestro. Ahora estoy enseñándole a los chicos cómo boxear correctamente. Es todo muy lindo, y las cosas han funcionado bien para mí.

Gerry Cooney es un ex dos veces retador al título mundial de peso pesado. Una nueva biografía – Gentleman Gerry: A Contender in the Ring, a Champion in Recovery – será lanzada en el mes de junio.