Friday, March 29, 2024  |

By Lee Groves | 

Nápoles, un estelar boxeador mexicano nacido en Cuba, probó ser uno de los mejores campeones de peso welter de todos los tiempos

En 1972, se le preguntó Sugar Ray Robinson – universalmente reconocido como el mejor boxeador de todos los tiempos, libra por libra – quién creía que era el mejor y más completo boxeador de ese momento. Tenía varios nombres para elegir, y todas las listas del momento incluían al campeón de peso pesado Joe Frazier, a la estrella internacional Muhammad Ali, el campeón semipesado Bob Foster y el monarca mediano Carlos Monzón. Todos ellos hubiesen sido elecciones muy viables, pero el elegido de Robinson no fue otro que José Nápoles, el magníficamente talentoso rey de los welters que estaba a punto de defender su corona en Londres ante el ídolo local Ralph Charles.

El comentarista Harry Carpenter de la BBC mencionó la declaración de Robinson durante los segundos iniciales de la transmisión de la pelea entre Nápoles y Charles, y durante la siguiente media hora, el cubano-mexicano procedió a demostrar por qué el gran Sugar Ray lo ponderaba tan positivamente. En la ofensiva, los relampagueantes jabs de Nápoles abrían el camino para sus potentes derechazos, letales ganchos, adormecedores golpes al cuerpo y sus extensas combinaciones al cuerpo. En defensa, evitó los jabs de Charles con leves giros del cuello y esquivó la mayoría de sus golpes más duros con maniobras sacadas directamente de los manuales más ortodoxos del boxeo. Luego de un primer round muy tranquilo, Nápoles comenzó a alejarse del retador británico en el 2do round, y luego procedió a alejarse aún más durante los siguientes cuatro asaltos. Charles, campeón británico y de la mancomunidad británica, intentó de la mejor manera posible de dar un giro a las acciones, pero sus esfuerzos fueron inútiles.

José Nápoles dominó al futuro miembro del Salón de la Fama, Curtis Cokes, con un nocaut en 13 asaltos que le valió la obtención del campeonato de peso welter el 18 de abril de 1969.

En el 7mo asalto, momentos después de que Charles conectara una de sus mejores derechas, Nápoles respondió con una amplia derecha al rostro, un par de tremendos uno-dos al mentón, una combinación sobre las cuerdas y un derechazo detrás de la oreja que abrió el camino para el golpe final, una izquierda corta al mentón mientras Charles ya se alejaba. Charles, quien estaba noqueado ya de espaldas, se levantó valientemente a la cuenta de nueve, pero sus piernas, todavía flojas, lo traicionaron e impulsaron al árbitro James Brimmell para darle el conteo final a los 2:52 minutos de ese round. Charles no volvería ya a pelear, y Nápoles continuaría, claro – y de manera brillante.



En esa noche (y en muchas otras) Nápoles se mostró como uno de los boxeadores más fluidos del boxeo, o «suave como la crema» según el dicho en idioma inglés, tanto así que por esa razón se ganó el apodo de «Mantequilla». El apodo le caía más que bien, porque además de que la fusión de finura y fortaleza era muy clara, él las implementaba con una suavidad metódica que complacía a los académicos del deporte, y le ponía además una explosividad que satisfacía a los apetitos más salvajes. Este maravilloso conjunto de habilidades tuvo como resultado un reinado memorable en el peso welter, con 13 defensas en dos reinados separados que comprendieron un período desde abril de 1969 hasta diciembre de 1975 con una pausa de solo seis meses, un premio como Boxeador del Año de The Ring en 1969 y un puesto en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo (1990).

Y ahora, Nápoles se ha ido. El 16 de agosto, luego de años de luchar contra la diabetes y el mal de Alzheimer, Nápoles falleció a sus 79 años en su ciudad adoptiva de México, rodeado de hijos y nietos. A pesar de que su sufrimiento físico ha terminado, el legado que deja detrás brillará por siempre.

Nápoles nació el 13 de abril de 1940, en Santiago de Cuba, y luego de una carrera que lo vio acumular un registro de 113-1 (o 114-1, dependiendo de la fuente), se hizo profesional noqueando a Julio Rojas en el primer asalto el 2 de agosto de 1958. Sus primeras 21 peleas (de las cuales ganó 20) tuvieron lugar en La Habana, pero Nápoles fue forzado a abandonar su tierra natal en 1962 cuando el dictador comunista Fidel Castro impuso una prohibición de todos los deportes profesionales. Nápoles obtuvo asilo político en México y reanudó su carrera luego de una pausa de 13 meses y medio.

A pesar de que Nápoles era considerado como uno de los mejores en las 135 y 140 libras, gracias a triunfos sobre el futuro campeón mundial Carlos Hernández (KO 7) y el ex monarca Eddie Perkins (W 10) entre otros, nunca pudo asegurarse una pelea de campeonato en ninguna de esas divisiones. Nápoles subió al peso welter en 1968 y pronto se ganó una oportunidad de combatir ante el campeón Curtis Cokes el 18 de abril de 1969 en The Forum en Inglewood, California. Nápoles, de 29 años de edad y ahora veterano de 10 años en el boxeo, usó jabs afilados y golpes de poder certeros para destruir gradualmente a Cokes, cuyos ojos hinchados lo impulsaron a quedarse en su banquillo después del 13er round. A pesar de ser cubano de nacimiento, la victoria transformó a Nápoles en un ídolo popular en México, por lo cual el presidente Gustavo Díaz Ordaz le otorgó a Nápoles la ciudadanía mexicana al día siguiente.

A pesar de la golpiza que absorbió, Cokes pidió una revancha, y la obtuvo 72 días más tarde. La única diferencia entre la primera y la segunda pelea fue que esta vez Cokes abandonó tres rounds antes.

«Es un muy buen boxeador”, declaró Cokes. «Claramente es mucho mejor boxeador que Curtis Cokes».

Pero cada día quedaba más claro aún que Nápoles era mejor que la mayoría de los boxeadores del momento. Sus víctimas de peleas de título mundial incluyeron a Emile Griffith (a quien derribó en el tercer asalto en camino a una dominante victoria por puntos), Ernie López, Billy Backus, Hedgemon Lewis, Adolph Pruitt, Roger Menetrey, Clyde Gray, Horacio Saldaño y Armando Muñiz. Un área destacada de su currículum está reservada para su capacidad para brillar aún más en las revanchas. Consideren esto: Nápoles tuvo un récord de 77-5 en sus primeras 82 peleas, y de esas cinco derrotas pudo vengar cuatro por nocaut. La única excepción fue Hilton Smith, cuya victoria por puntos en ocho asaltos en 1959 representó la primera derrota profesional de Nápoles, y en ese caso nunca hubo desquite. Los oponentes de Nápoles no tenían su misma habilidad para la revancha – aquellos que perdían con ellos en la primera pelea también lo hacían en la segunda. En total, 10 boxeadores corrieron esa misma suerte.

El estilo de Nápoles era tan «cremoso» como lo indica su apodo, pero también pegaba duro, habiendo anotado más de 50 nocauts en sus 81 victorias.

Pero Nápoles no solamente daba vuelta sus derrotas, sino que a menudo boxeaba mucho mejor en esa segunda oportunidad. En una sorpresiva caída, Nápoles perdió su título de peso welter a manos de Billy Backus gracias a un choque de cabezas en el primer round que le ocasionó a Nápoles un corte sobre el ojo derecho y llevó a una victoria por nocaut técnico en cuatro asaltos para Backus, peleando de local en Syracuse, Nueva York. A favor de Backus podemos decir que defendió su título ante Nápoles en Inglewood seis meses después y llevó al retador a pelear al máximo de su capacidad atlética. Por coincidencia, la revancha también fue detenida por un corte, esta vez sobre el ojo izquierdo de Backus, y Nápoles se alzó con el título nuevamente gracias a un nocaut técnico en el octavo asalto.

Por bueno que Nápoles haya sido en sus primeras peleas de título ante Cokes, López, Lewis y Muñiz (ante quien se vio en problemas antes de alzarse con una controversial victoria por decisión técnica en el 12do asalto debido a un corte), logró mejorar también esos resultados en sus segundas chances. Noqueó a Cokes y López en menos rounds, superó a Lewis por nocaut técnico en nueve asaltos luego de un triunfo por puntos en la primera pelea, y anotó una dominante victoria por decisión sobre Muñiz apenas 74 días después de recibir una generosa decisión de regalo en su primer encuentro, en un triunfo que a la postre terminó siendo el último de su carrera.

Dos derrotas que no pudieron ser revertidas fueron las ocurridas ante Carlos Monzón (un abandono en el sexto asalto en lo que continúa siendo el último combate entre un campeón indiscutido de peso welter y su par de peso mediano) y su última pelea ante John H. Stracey, quien a pesar de estar abajo en las apuestas frenó a Nápoles en seis asaltos al igual que Monzón, no sin antes visitar las lonas en el primer round.

En 1999, Associated Press nombró a Nápoles como el cuarto mejor peso welter de todos los tiempos, y solamente sus frágiles cejas evitarían que se imponga en casi todos los «combates de ensueño» posibles. En lo que hace a habilidad pura, Nápoles está en la cima de todas las listas, un hecho que incluso el mismo ocupante del puesto más alto de esta lista (Robinson) se encargó de reconocer.

El récord final de Nápoles quedó en 81-7 (54 KOs), y los incontables momentos de genialidad contenidos en esos números le valdrán la honra eterna de todos los que tuvieron el placer de verlo boxear. Descanse en paz, campeón.