Tuesday, April 16, 2024  |

By Thomas Hauser | 

En la intimidad del guerrero

Canelo Álvarez se prepara para darle batalla a Sergey Kovalev

Canelo Álvarez llegó a su vestuario en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas el sábado 2 de noviembre a las 6:35 de la tarde. Dieciocho miembros de su entorno vistiendo trajes de gimnasia iguales, de color azul marino y franjas blancas y lima, lo acompañaban en su ingreso. 

La habitación tenía una alfombra industrial, y sus paredes eran de bloques de cemento pintados de blanco marfil. Dos sofás negros y 14 sillas se desparramaban por todo el lugar. Un televisor de pantalla plana montado en la pared enfrentaba a una bandera mexicana de tres metros por dos. 

Ryan García, quien estaba a punto de enfrentar a Romero Duno por un título del CMB en el anteúltimo combate de la noche, ya estaba ahí. García compartía su vestuario con Canelo porque Eddy Reynoso entrena a ambos boxeadores. Ambos púgiles se saludaron cálidamente entre sí. 



Una mesa rectangular había sido ubicada contra la mesa para crear un pequeño espacio libre frente al televisor. Canelo se sentó en ese lugar frente al aparato. Chepo Reynoso, quien ha supervisado el crecimiento de Canelo como boxeador desde el primer día en que entró a un gimnasio, se sentó junto a él. 

García apagó su música por gentileza hacia el campeón. Ahora era la habitación de Canelo. 

A las 7 de la tarde, Shane Mosley llegó para ofrecer sus buenos augurios a Canelo. Mosley se hizo profesional en 1993 y arrasó con la división de peso ligero antes de subir de peso para doblegar a Oscar De La Hoya en las 147 libras. Luego vendría su caída. En las últimas 22 peleas de Shane, sufrió 10 derrotas, en un final tristemente habitual para boxeadores que alguna vez fueron grandes. Una de las derrotas de Mosley fue por amplia decisión ante Canelo. 

García comenzó a hacer precalentamiento. 

Canelo observaba mientras se desarrollaba un sangriento combate televisado, en el que Seniesa Estrada y Marlen Esparza sangraban profusamente. En el 5to round, Esparza sufrió un horrendo corte en su frente producto de un cabezazo accidental. Con cada round que pasaba, las cosas empeoraban. Lo más convencional en el boxeo es que un corte en la frente no debería ser suficiente como para frenar un combate. Pero aquí, esa convención quedó descartada. El corte de Esparza le llegaba hasta el hueso. Pero por razones desconocidas, el réferi Robert Byrd, el médico asignado al rincón de Esparza, y los ayudantes de la boxeadora dejaron que la pelea continúe. Canelo y Chepo sacudían la cabeza. 

A las 7:35, el director ejecutivo de la Comisión Atlética del Estado de Nevada, Bob Bennet, ingresó junto al réferi Russel Mora y otros dignatarios, quienes escucharon atentamente mientras Mora le daba a Canelo las instrucciones previas al combate. 

El golpeteo de Ryan García golpeando las guanteletas con Eddy Reynoso resonaban por todo el lugar. 

La máscara sangrienta en el rostro de Marlen Esparza se enrojeció cada vez más. 

Eddy comenzó a envolver las manos de Canelo. 

Finalmente, después de nueve asaltos, se detuvo el combate. Canelo asintió con gusto. No había ninguna razón para que el combate haya llegado tan lejos. 

A las 8 en punto, Dan Bilzerian (actor, personalidad de internet y jugador profesional de póker) fue ingresado a la sala para conocer a Canelo. El boxeador se levantó para darle la mano, y luego de que Bilzerian se fuera, regresó a la silla en la que había estado sentado durante los últimos 90 minutos. 

Se le puso una capa a García sobre sus hombros, preparándolo para viajar hacia el ring. 

«Luces bien”, le dijo Caneo, alentándolo. 

Luego, la hija de Canelo de dos años de edad, María Fernanda, y su hijo menor Adiel fueron ingresados al lugar. 

“Papá” María Fernanda gritó mientras corría hacia él. 

Padre e hija se abrazaron. 

Luego, María Fernanda examinó las manos de su padre y anunció que quería que sus manos luzcan como las de su papá. 

Canelo puso un trozo de cinta sobre su mano. 

María Fernanda le informó que esto no era satisfactorio. Ella quería el vendaje de verdad. Entonces, en una noche en la que su lugar en la historia del boxeo estaba en juego, Canelo Álvarez tomó gasa y cinta para hacer un vendaje en las manos de su hija. 

«Esto no es una distracción”, explicó. «Es motivación. Tener a mis hijos aquí me recuerda por qué estoy peleando”. 

Casi sin hacerse notar, Ryan García dejó la sala junto a Eddy Reynoso para lo que se esperaba fuese el mayor desafío de su carrera profesional. 

María Fernanda, con sus manos ahora adecuadamente vendadas, comenzó a hacer un baile improvisado para su padre. 

A las 8:25, Canelo se recostó en el piso para hacer una serie de ejercicios de estiramiento, su primera actividad física boxística en toda la tarde. María Fernanda se trepó a su pecho y le dio un beso. Entonces, mientras el preparador físico Munir Somoya estiraba las piernas de Canelo de a una por vez, ella tironeaba de la otra. 

Un fuerte grito de «Ohhh!!» resonó por la sala. Ryan García había anotado un devastador nocaut en el primer asalto. 

Canelo dejó de hacer estiramiento y miró al televisor para ver la repetición del nocaut… jab, derecha en punta, gancho de izquierda. Nocaut al minuto con 38 segundos del primer asalto. 

Tres minutos más tarde, Eddy estaba de regreso en el vestuario. García estaba siendo todavía entrevistado en el ring. 

Eddy le puso los guantes a Canelo. 

García regresó y Canelo lo abrazó. Minutos más tarde, Duane Ford (presidente de la Federación Norteamericana de Boxeo del CMB) entró y le dijo a García que el cinturón que acababa de ganar debía ser devuelto a Duno. 

«El CMB te enviará uno nuevo por correo la semana próxima”, explicó Ford. «Éste le corresponde a él. Si quieres dárselo en persona, ven conmigo». 

García salió de la habitación junto a Ford y regresó minutos más tarde. 

«Eso fue duro de ver», dijo Ryan. «En el ring, uno hace lo que tiene que hacer. Pero ahora mismo Duno estaba llorando. Me sentí mal por él”. 

Canelo caminaba de un lado a otro, deteniéndose ocasionalmente para rotar el torso. 

Entonces, el absurdo comenzó. 

Eran las 9:05 p.m. Al Team Canelo le habían dicho que se prepare para subir al ring a las 9:15. Pero a comienzos de la semana, DAZN había tomado la decisión de demorar el comienzo de Canelo-Kovalev hasta el final de la transmisión de la UFC por pay-per-view, que se emitía en vivo desde Nueva York. Así, habría una demora bastante larga entre el final de García-Duno y el comienzo de Canelo-Kovalev, que en última instancia comenzaría a las 10:18 p.m. (1:18 a.m. hora del este). 

Esto fue un insulto para todos los fanáticos que viajaron a Las Vegas y compraron boletos para Canelo-Kovalev. Fue algo decepcionante para los suscriptores de DAZN en la Costa Este (Canelo-Kovalev terminó finalmente pasadas las dos de la mañana hora del este). Y fue irrespetuoso y muy injusto para Canelo y Kovalev. 

La demora fue más compatible con los ritmos del vestuario de Canelo que lo que hubiese sido para la mayoría de los boxeadores. Hay muy poco esfuerzo excesivo de su parte en las horas previas al combate, y parece ser inmune a la tensión. Si algo le pasó durante esa hora fue simplemente que se aburrió, y eso fue todo. Charló con Chepo y Eddy, miró las peleas de relleno de DAZN en el televisor, y ocasionalmente se levantó a hacer sombra. 

Finalmente, a las 9:52, la coordinadora de producción de DAZN Tami Cotel entró a la sala y anunció «Tú entras en 11 minutos». 

Canelo golpeó las manoplas con Eddy… ferozmente, con potencia… ahora sí lucía como un boxeador. Un tatuaje en idioma inglés en la parte superior de su espalda dice «El destino no es una cuestión de azar. Es una elección. La vida es difícil, pero no hay que rendirse. Sigue intentándolo siempre y cree en tí mismo para lograr tus sueños». 

En el estadio, se cantaban los tres himnos nacionales pertinentes: Rusia, México y los Estados Unidos. 

Eddy le masajeó los hombros a Canelo mientras sonaba el himno mexicano. 

Chepo puso un serape sobre los hombros del Canelo. 

A las 10:08, Canelo abandonó el refugio de su vestuario para marchar a la guerra. 

La dirección de correo electrónico de Thomas Hauser es [email protected]. Su libro más reciente, titulado «A Dangerous Journey: Another Year Inside Boxing», ha sido publicado por la editorial University of Arkansas Press. En 2004, la Asociación de Periodistas de Boxeo de Estados Unidos honró a Hauser con el Premio Nat Fleischer a la excelencia en el periodismo de boxeo.