Friday, April 19, 2024  |

By Joseph Santoliquito | 

BLAIR COBBS LITERALMENTE PERDIÓ SU IDENTIDAD EN EL CAOS QUE FUE LA VIDA DE SU PADRE FUGITIVO, PERO LOGRÓ RECONSTRUIRSE EN EL RING DE BOXEO

Blair “The Flair” Cobbs no iba a hacer eso. No iba a juzgar al hombre que se encontraba sentado enfrente suyo, porque ya sabía que ese hombre ya había sido juzgado lo suficiente. Esta vez, ellos no estaban hablando por teléfono separados por un vidrio de tonos sepia de tres centímetros de grosor en una sala de visitas carcelaria. Esto fue más íntimo, más visceral, en la que Blair y su padre, Eugene, estaban en el living del apartamento de tres dormitorios de Blair en Las Vegas, teniendo una conversación catártica (finalmente) sobre la pesada y oscura nube que cubría el cielo de sus vidas. 

Sus ojos se cruzaban sin apartarse. No había tensión en el aire, como la que hay antes de una pelea. 

Ambos acordaron, padre e hijo, que nada cambiaría el pasado entre ellos – y tremendo pasado han tenido. Acordaron, padre e hijo, que ellos tenían el presente frente a ellos, y que podrían incluso tener un mejor futuro. 



Eugene Nicholas Cobbs, también conocido como Eric Wiggins y Marquis T. Munroe, fue sentenciado en junio de 2010 a 151 meses en prisión, seguidos por cinco años de libertad bajo vigilancia por su rol en una conspiración a nivel federal relacionada con la cocaína, que terminó con un accidente de aviación en diciembre de 2004.

Sí, ese Eugene Nicholas Cobbs, el hombre que fue liberado de una casa de reintegración social para presos de la zona de Phoenix el 28 de agosto de 2019, luego de que su escape de una prisión federal de seguridad mínima en 2013 le valiera una adición de tiempo a su condena original. 

Un hombre endurecido por las circunstancias, que buscaba el perdón de su hijo. Eugene sentía remordimiento por las veces en que abandonó a Blair y a su hermana, Ashley, y los forzó a vivir una vida de fugitivos, lo cual los llevó a vivir en Guadalajara, México, donde Blair encontró su salvación en el boxeo. 

«Sí, suena bastante retorcido. ¿Quién sabe adónde estaría yo sin el boxeo, y si mi padre no hubiese llevado la vida que llevó? ¿Quién sabe si yo hubiese siquiera encontrado al boxeo?» admitió Blair, de 29 años, un welter zurdo de 1.57 de estatura. En su pelea más reciente, Blair (13-0, 9 nocauts) superó a Carlos Ortiz Cervantes por la vía rápida en seis asaltos, durante la cartelera previa al choque entre Canelo Álvarez y Sergey Kovalev el pasado 2 de noviembre en Las Vegas, robándose el show con sus locas celebraciones tras el combate.

Para empezar, fue bueno saber quién fue y quién es. Para empezar, fue bueno saber que está con los pies sobre la tierra. 

«Yo tenía entre cuatro o cinco aliases diferentes cuando vivía en Guadalajara, pero uno vive y miente tanto que se olvida de dónde está y quién es uno como persona», dijo Blair. «Ese fue un estilo de vida muy duro, al punto en el que tenía que recordar todas mis mentiras. La identidad para mí fue una crisis en mis primeros años. Pero yo era un chico. No sabía ni me importaba. Yo solamente quería morirme. Sabía que mi padre tenía algo que ver con las drogas. 

«De verdad. Quería encontrar la manera de irme de esta vida. Lo pensé. No fue la peor idea, en ese momento particular de mi vida, y en ese ambiente en particular. No había estabilidad. Uno piensa en suicidio, son solo ideas. No era una mala idea, porque estábamos lidiando con una serie de cosas que podrían haber pasado que no eran realmente buenas».

«Hubieron momentos difíciles cuando pensé que no había razón para seguir adelante, y ahora con el boxeo en mi vida eso me ha salvado»

Blair, quien firmó con Golden Boy Promotions en 2019, un año en el que ganó cuatro combates ante oponentes sólidos, nació en Filadelfia el 30 de diciembre de 1989. Vivía con su madre hasta que ella lo envió a él y a su hermana a Los Ángeles cuando él tenía 14 años para vivir con su padre. Para entonces, sus padres habían estado separados durante siete años. Blair no lo podía creer. Se mudó a una lujosa mansión en las colinas de Hollywood. Estudió en la famosa secundaria Beverly Hills High School. Eugene tenía autos lujosos, aviones, lo que busques. 

Las autoridades le hacían preguntas. 

La familia Cobbs estaba viviendo «la gran vida», pero nadie hacía preguntas sobre cómo tenían todo lo que tenían. Eugene nunca tuvo lo que se pueda definir como un ingreso discernible. Le decía a la policía local que era plomero, y que el dinero que tenía lo había logrado ahorrando toda su vida. 

Todo parecía muy sospechoso. 

Y gradualmente, las autoridades comenzaron a ajustar sus controles alrededor de las actividades de Eugene Nicholas Cobbs. 

Durante los años siguientes, Blair perdió a su madre ante circunstancias alocadas, cuando ella y un grupo numeroso de gente murió de envenenamiento con monóxido de carbono durante una fiesta en un yate. En esa misma época, su abuela materna murió de cáncer.

Blair Cobbs has an energy that leads to explosive action inside the ring and a flamboyant persona outside of it. The real drama is in his life story, though. (Photo by Tom Hogan/Golden Boy/Getty Images)

Un día, al llegar a su casa después de la escuela en 2004, la realidad de Blair dio un giro muy grande. La mansión estaba dada vueltas. Las autoridades habían arrasado con todo en la casa, dejando todo en desorden. Eugene Cobbs se había ido. 

Blair y Ashley no sabían qué estaba pasando. 

El 18 de diciembre de 2004, Eugene despegó del Aeropuerto de Compton en un Piper Aerostar de dos motores modelo ‘77 con unos 240 kilo de cocaína, valuados en $24 millones de dólares en las calles, en un viaje cruzando todo el país hacia Filadelfia. Paró para llenar su tanque de gasolina en Blanding, Utah, y luego en Cameron, Missouri. Al intentar aterrizar en medio de la nieve, se pasó de la pista en el aeropuerto del condado Wheeling-Ohio de West Virginia y abandonó el avión en un bosque cercano. 

Eugene, quien ya tenía un prontuario criminal, salió ileso del choque. Le lanzó un fajo de billetes a un buen samaritano que pasaba por allí, y éste lo llevó a un hotel cercano. Eugene usó uno de sus alias para registrarse, hizo arreglos con uno de sus lugartenientes, y llegó a Filadelfia. Desde ahí, y sin saber que estaba nuevamente en el radar de los investigadores, voló a Guadalajara, se puso en contacto con su esposa en Los Ángeles para que prepare a los niños, y ellos también viajaron. 

«Sabíamos que algo malo había pasado, y nos mudamos a esta pequeña casa de dos dormitorios en Beverly Hills para terminar nuestro año escolar”, rememoró Blair, conocido por su personalidad digna de un luchador de catch, incluyendo el grito de su ídolo Ric Flair – además de su salvaje corte de cabello. «Ni siquiera hicimos preguntas. MI padre se había marchado. Mi madre se fue también, mi abuela murió y mi madrastra no me aguantaba ni a mí ni a mi hermana. 

«Un mes más tarde, simplemente nos fuimos, empacando una bolsa cada uno, y nos fuimos del país. Nos dieron identificaciones falsas y seguimos viajando hacia el sur. No tengo idea de cómo hicimos para que todo eso funcione. Pero llegamos a Guadalajara, donde nos encontramos con mi papá». 

Allí, Blair se inició en el boxeo gracias a su amigo Rodney Pineda.

Pineda, quien hoy tiene 29 años de edad, vio a Blair jugando al básquet, y percibió algo raro: un adolescente afroamericano en México. Algo más le pareció raro a Pineda: ellos nunca iban a la casa de Blair, sino que Blair iba a la suya. 

«Nos agarramos a golpes una vez, jugando al básquet, y un día otro amigo nos contó sobre este gimnasio que se llamaba El Lobo, que quedaba bastante lejos», recuerda Pineda. «Fuimos ahí el primer día y ambos nos enteramos de que el boxeo era un deporte bien jodido. Nos pusieron en el gimnasio enseguida. Encontramos un gimnasio local, y en el primer mes ya íbamos a ambos lugares y guanteábamos con profesionales. 

«Le sacábamos algo de dinero a nuestros padres y nos íbamos para allá cuando éramos chicos. Los policías nos paraban y yo les preguntaba cuánto costaba la multa que tendríamos que pagar. Ellos decían que eran 200 pesos, que es como 20 dólares. Les pagaba ahí mismo y les decía que me tenía que apurar porque llegaba tarde al trabajo. A Blair le encantaba. Recuerdo verlo golpeando la bolsa, y lo enojado que parecía estar. Blair realmente encontró la disciplina en el ring». 

Tiene mucho espacio para crecer, de todos modos. Cobbs es un peleador agresivo y salvaje, y eso puede llevarle a tener problemas y a crear agujeros en su defensa. 

«Blair es bueno ahora mismo, pero podría ser muy bueno debido a su nivel atlético y su habilidad», dijo Clarence “Bones” Adams, un ex campeón de las 122 libras que conoció a Cobbs cuando el boxeador estaba en sus comienzos, viviendo en su auto en Las Vegas, y que ahora está de socio con el entrenador Brandon Woods. «Pero Blair va a comportarse como Blair. Se retrae un poco. Necesita dar un paso atrás y aceptar nuestros consejos. Como en la última pelea (cuando le ganó a Cervantes), no boxeó del modo en que nosotros queríamos que lo haga. Boxeó como él quiso. 

«Nos hizo lucir mal como entrenadores, como si no estuviésemos haciendo nuestro trabajo. Blair es un boxeador fenomenal, fantástico, y es muy atlético. Pero ¿qué pasa cuando ese estado físico se termina? Estamos tratando de prevenir eso, y de asegurarnos de que haga todo correctamente. Blair tiene el potencial de ser un gran boxeador, de verdad. Yo creo en él. Es fuerte y atlético. Simplemente espero que escuche más lo que le decimos».

Una cosa que no le falta a Cobbs es personalidad. Y ciertamente es un boxeador entretenido. Su gran desventaja es que es una «promesa» de 29 años. El tiempo es vital. 

México fue muy malo, pero cuando Blair se mudó de regreso a Filadelfia, todo empeoró. Se enteró de que su padre había sido arrestado por autoridades migratorias mexicanas el 5 de diciembre del 2008, y extraditado a Houston, para luego ser llevado a West Virginia. Blair se enteró en la prensa que su padre estaba preso, lo cual terminó siendo un alivio. «Pensé que mi padre estaba muerto”, dijo Blair. 

Pero Eugene ya estaba cansado de evitar persecuciones. El 10 de abril de 2013, se escapó de una institución penitenciaria federal en Morgantown, West Virginia, y fue recapturado tratando de entrar nuevamente en México un año después. Para entonces, Blair tenía un récord de 3-0 como profesional. 

«No sé qué fue lo que me permitió abrirme a mi padre nuevamente”, dijo Blair. «Fue importante verlo ahí entre la gente (para la pelea con Cervantes en noviembre pasado). No tengo tiempo para aferrarme a las viejas heridas. Alguien como yo, todavía pienso que algo me sucederá, por eso hice las paces con mi papá. Tuvimos una charla muy abierta y me dijo que lamentaba todo lo que hizo. Pude visitarlo en la cárcel. Fue tremendo que me vea trabajar y verlo ahí entre la gente. Sentí como si yo fuese el show entero, aún con Canelo y Ryan García peleando. Hice mi grito de «Woo!!» y la gente me lo devolvió. 

Eugene Cobbs no vio a su hijo después de la pelea. Le dijeron a Blair que su padre estaba demasiado emocionado como para verlo. 

«Hubieron momentos difíciles cuando pensé que no había razón para seguir adelante, y ahora con el boxeo en mi vida eso me ha salvado», dijo Blair. «No sé dónde estaría yo y si estaría vivo si no fuese por el boxeo. Quiero inspirar a la gente. Y tengo que perdonar a mi padre. Estamos conversando, esperemos que podamos seguir adelante juntos. 

«Siempre pensé que mi padre me quería, pero no siempre tuve una gran relación. Durante un buen rato yo solía pensar que él realmente me amaba. Pero me preparó para pelear en este feo mundo. Tengo que darle crédito por eso. Con todo lo que he pasado, a veces siento como estuviese destinado a no morir nunca».