Tuesday, April 23, 2024  |

By Brin-Jonathan Butler | 

EL PESO DE LA CORONA

ENTRE LOS TRES ‘REYES’ AMENAZÁNDOSE MUTUAMENTE, EL VERDADERO TRONO DE PESO PESADO EN EL BOXEO SOLAMENTE PODRÁ HEREDARLO EL ÚLTIMO QUE QUEDE EN PIE

El 28 de noviembre de 2015, ante una multitud de 55.000 personas en Dusseldorf, Alemania, ver al desfavorecido Tyson Fury superando a Wladimir Klitschko fue como observar una banda de mariachis silenciando a un clavicordista con peluca mareado y tratando de recordar un concierto de Bach en el mismo escenario. Si Fury hubiese logrado la sorpresa hace un siglo, con el boxeo siendo lo que era en esa época, quizás podría haber superado a Babe Ruth en la conciencia cultural deportiva. Con 200 años y 10 generaciones de peleadores gitanos de puño limpio corriendo por sus venas, la historia de Fury, creciendo en un tráiler y abandonando la escuela a los 10 años de edad para transformarse en boxeador full time, hace que la dura infancia de Ruth en un orfanato de Baltimore parezca un juego de niños en comparación. Más aún, el paisaje del peso pesado tenía a otros dos titanes invictos en sus mejores momentos buscando quedarse con el trono: Deontay Wilder y Anthony Joshua. Con Klitschko ya derrotado, una nueva era en el peso pesado se avecinaba en el horizonte. Ciertamente lucía prometedora. ¿Qué podría salir mal? Bueno, esto es boxeo.

«Tú eres aburrido», le dijo Fury a Klitschko en la conferencia de prensa antes de su pelea. «Quiero eliminarte de la división de peso pesado. Tú tienes tanto carisma como mis calzones». Klitschko, políglota y con múltiples doctorados, lanzó una tenue sonrisa en respuesta al ataque. Y en el ring, poco tiempo después, Klitschko defendió sus títulos y su legado a nivel mundial con la misma tranquilidad que aportó a la conferencia de prensa. Con una cantidad de abrazos digna de un reencuentro de secundaria, pero con apenas 18 golpes conectando que no fuesen jabs (apenas 34 de ellos, por si alguien está contando) en 36 minutos de «acción», finalmente no se demostró tanta agresión. Cuando no se estaban abrazando, el relativamente plácido comportamiento de Klitschko en el ring indicaba que, a pesar de recibir un pago de alrededor de $20 millones de dólares, era enteramente intolerable e incivilizado esperar que dicho púgil haga un esfuerzo realmente digno ante un rival de su mismo tamaño. Después de todo, incluso ante oponentes más pequeños, históricamente algunas cosas horribles le habían pasado a Klitschko durante su carrera cuando se lanzó al ataque ante tipos como Ross Puritty, Corrie Sanders y Lamon Brewster. Entre otras cosas, le habían arrancado la cabeza y lo habían lanzado a las lonas como a un edificio en demolición. Emanuel Steward había ayudado a levantar los pedazos, y con sus instrucciones había perfeccionado un estilo que no todos disfrutaban ni celebraban, pero al menos eso no pasaba con los fanáticos alemanes, que lo apreciaban y lo encontraban irresistible. Claramente inspirado en el profundo legado de Gandhi y Martin Luther King Jr., Klitschko les brindó a sus fanáticos alemanes una emocionante actuación de danza interpretativa ante Tyson Fury, en lo que fue una maravillosa exploración del poder y la autoridad moral de la no violencia.

Por primera vez desde que su tocayo lo lograra, el invicto Tyson Fury representó al primer campeón de peso pesado capaz de transcender no solo el boxeo sino los deportes, gracias a su pura fuerza de personalidad.



Fury, retador nacido en Wythenshawe, Manchester, Inglaterra, peleaba en el proverbial nido del león, en el patio trasero adoptivo del campeón. Era la ocasión número 50 de Klitschko peleando en Alemania. Fury llegó a Alemania desfavorecido por margen de 4-1 ante Klitschko, un boxeador cuyo tiempo acumulado en el trono del boxeo no tenía rivales en la historia del deporte, sobrepasando el dominio sostenido de Joe Louis, Muhammad Ali, Lennox Lewis, su hermano Vitali, Larry Holmes y Jack Dempsey. Y aun así, mientras sonaba la campana final, Fury no solamente había finalizado el reinado de Klitschko de casi una década como monarca, sino que había jugueteado con él a lo largo del combate, con sus manos cruzadas en su espalda y despreciando socarronamente todo lo que el gigante ucraniano simbolizaba hasta ese momento. Fury no solamente se alzó con los títulos de Klitschko con una hábil y bien ganada decisión unánime, sino que por momentos lo hizo lucir fácil. Casi no hubo tensiones en el combate. Klitschko fue a duras penas capaz de conectar sus guantes cuatro veces por round durante el transcurso de toda la pelea.

Fury, a quien su padre le dio ese nombre en homenaje al por entonces campeón de peso pesado Mike Tyson, había, a sus 27 años, superado y humillado al campeón más temido de su era. Y más aún, por primera vez desde que su tocayo lo lograra, el invicto Tyson Fury representó al primer campeón de peso pesado capaz de transcender no solo el boxeo sino los deportes, gracias a su pura fuerza de personalidad.

Al igual que con Mike Tyson antes suyo, ningún novelista ni guionista hubiese imaginado a un anti-héroe más dinámico, fallido o ambiguo en el mundo del boxeo que estuviese más cerca tanto del borde de la grandeza como del olvido total. Y aun así quedó abundantemente claro, después de que los dos primeros intentos por lograr una revancha ante Klitschko en el Reino Unido se desmoronaran, que el rápido deterioro mental de Tyson Fury (incluyendo declaraciones bizarras y virulentas sobre anti-semitismo, misoginia y homofobia), sus problemas de drogas, alcohol, obesidad, comentarios sobre el retiro y coqueteos con el suicidio, podrían definir su legado como campeón. Y esto sucedió incluso antes de que llegara a defender su título una sola vez. Mientras que el meteórico ascenso de Fury hacia el título quizás no haya superado al de Mike Tyson en términos de velocidad o impacto, su rápida caída libre parecía estar a la altura de la de Mike, como mínimo. «Espero que alguien me mate antes de que yo me suicide», confesó Fury.

Tres años y medio antes de que Fury capturara la corona de Klitschko y se transformara en el campeón lineal, la división de peso pesado sigue estando en un impasse desconcertante. ESPN, Fox, Showtime y DAZN han invertido grandes fortunas en el deporte, esperando regenerar su popularidad entre los fanáticos del deporte en general. Su mejor chance de lograrlo es por medio de los tres mejores pesos pesados del mundo: Tyson Fury, Deontay Wilder y Anthony Joshua. Los tres siguen con posibilidades legítimas de reclamar la corona, están invictos, están en sus mejores años, y entre ellos se combinan para un récord total de 89 victorias con 79 nocauts y apenas dos empates. Los tres boxeadores tienen grandes peleas en los Estados Unidos en el futuro cercano, ninguna de las cuales incluye peleas entre ellos. En lugar de eso, Wilder se enfrentará a Dominic Breazeale en el Barclays Center de Brooklyn en mayo Joshua encabezará una cartelera en el Madison Square Garden de Nueva York el 1ro de junio. Y Fury enfrentará a Tom Schwarz en el Thomas & Mack Center de Las Vegas el 15 de junio.

El 29 de abril de 2017, ante una multitud récord para la posguerra en 90.000 personas en el Wembley Stadium, el medallista dorado olímpico Joshua sobrevivió la primera brutal caída de su carrera en el sexto asalto ante el mismo Wladimir Klitschko que Fury había avergonzado en Alemania. Milagrosamente logró una memorable victoria por nocaut frente a sus paisanos cinco rounds más tarde, luego de que el réferi detuviese el combate en el 11er round. Joshua casi inmediatamente después desafió a Fury, quien no había vuelto a subirse al ring desde su victoria sobre Klitschko. Mientras tanto, Deontay Wilder, después de seis años como profesional, había logrado el título del CMB de peso pesado ante Bermane Stiverne el 17 de enero del 2015 en el MGM Grand, en lo que fue su primer triunfo sin noquear a su oponente. Wilder noquearía luego a sus siguientes siete oponentes (incluyendo una aplastante victoria sobre Stiverne en apenas un round, en la revancha) antes de enfrentar el desafío más difícil de su carrera ante el invicto cubano Luis Ortiz en el Barclays Center de Brooklyn el 3 de marzo del 2018. Wilder podrá haber estado probándose para ser la reencarnación del rol de un duro pegador pero con habilidades limitadas como Gerry Cooney antes de mostrar el coraje que demostró para sobrevivir la paliza que Ortiz le impuso en el séptimo round. Ortiz fue incapaz de liquidarlo, y Wilder regresó con todo en el 10mo y noqueó al cubano por primera vez en su carrera, castigándolo dos veces hasta enviarlo a las lonas antes de que el réferi saliera a su rescate. Tal como Joshua lo hiciera ante Klitschko, Wilder probaba ahora que era una verdadera amenaza. Sin embargo, ambos habían demostrado vulnerabilidades notables en sus victorias también.

Y luego, en el otro lado del charco, tras un descanso de 31 meses, la improbable resurrección de Fury comenzó el 9 de junio del 2018 con un peleador de prueba de origen albanés llamado Sefer Seferi, en Manchester, ciudad natal de Fury. La victoria no hizo mucho para convencer a los críticos de que estaba peleando apenas para asegurar una pelea de mucho dinero en el futuro. Mientras no estaba entrenando, el peso de Fury había explotado a casi 200 kilos. Lentamente lo había ido perdiendo, pero aun así enfrentó a un boxeador más del montón (derrotando a Francesco Pianeta por puntos, sin descollar) antes de firmar para enfrentar a Wilder en el Staples Center de Los Ángeles.

Yo pude pasar algo de tiempo con Wilder en Tuscaloosa, Alabama, durante su entrenamiento para la pelea ante Fury. En privado, Wilder se mostró muy pausado y afable. Junto a un grupo de periodistas mayormente británicos, vi a Wilder guantear varios rounds con los tres oponentes que ellos podían traer, y que más se asemejaban al estilo poco ortodoxo y a la colosal figura física de Fury. Wilder no había lucido muy impresionante ante ellos. Hubo un consenso inmediato entre los periodistas: Nunca habíamos visto a nadie con una derecha tan peligrosa como para terminar instantáneamente una pelea, pero si Wilder no podía conectarla, fácilmente podría perder cada asalto de la pelea si Fury era tan siquiera un fantasma del peleador que dominó a Klitschko. No exagerado decir que, especialmente de cerca, hay veces en las que observar la velocidad de piernas de Wilder, con sus 2.05 metros de altura y 96 kilos de peso, hace que el George Foreman de su época de vendedor de parrillas para hamburguesas luzca como un joven Muhammad Alí. He visto payasos de circo caminando sobre zancos que maniobran con más gracia que Wilder. Su entrenador asistente Mark Breland me dijo, sin apelar al ego, que la habilidad técnica de Wilder como campeón está a la altura de su propia habilidad técnica a sus 11 años de edad. Y aun así, sin demasiado trabajo de piernas, no tengo problemas en sugerir que su demoledora derecha podría ser una de las armas más demoledoras en la historia del boxeo.

Wilder, al igual que Tyson y Frazier antes que él, de repente se dio cuenta de que el icónico golpe que acababa de conectar no definiría tanto su legado sino el del hombre que acababa de levantarse para seguir peleando.

Tres cosas importantes sucedieron el 1ro de diciembre de 2018 en el Staples Center después del combate entre Wilder y Fury. Dos de ellas fueron relativamente predecibles, la otra fue una espectacular sorpresa. Sin importar si Fury estaba viviendo en la cabeza de Wilder sin pagar alquiler, las habilidades superiores de Fury como boxeador avergonzaron a Wilder, y le lanzaron carne fresca a sus críticos. Cuando Wilder finalmente pudo conectarle con fuerza a Fury, éste terminó de espaldas en las lonas, y casi todos los presentes, salvo el referí, desestimaron cualquier chance de que pueda ponerse de pie. Esto fue subrayado por la amenaza de Wilder al cruzar sus puños sobre su cuello al estilo verdugo, mientras miraba fijo a la multitud. Y luego, nueve segundos más tarde, Fury se puso de pie. Y vio la mirada descreída en el rostro de Wilder que rememoraba tanto a Mike Tyson en Tokio mirando a Buster Douglas cuando se recuperaba de un conteo de ocho en el octavo, o la de Joe Frazier en el 15to asalto después de conectar un gancho de izquierda sobre el mentón de Muhammad Alí en 1971, en la Pelea del Siglo. Wilder, al igual que Tyson y Frazier antes que él, de repente se dio cuenta de que el icónico golpe que acababa de conectar no definiría tanto su legado sino el del hombre que acababa de levantarse para seguir peleando. La emoción de una victoria segura había sido reemplazada por una prueba milagrosa, todo dentro del breve período de una urgente cuenta de 10 inconclusa en manos del referí.

Por lo que hemos visto ya, cualquier combinación de Fury, Wilder y Joshua virtualmente garantiza peleas dramáticas y entretenidas. Fury bien podría superar en boxeo a cualquier campeón, tal como lo demostró ante Klitschko y Wilder. Wilder podrá hacer ajustes tras su empate ante Fury, mejorar lo suficiente para vengar su empate, y cerrar el show con fuerza ante Joshua a partir de las vulnerabilidades que Klitschko expuso a comienzos del combate entre ambos. O la coronación de Joshua como campeón indiscutido podría esperar hasta que logre imponerles a sus retadores al trono la determinación y la potencia que mostró al levantarse de las lonas para aplastar a Klitschko en aquella victoria que definió una era.

Y aún así, como el boxeo nunca se pierde una oportunidad de auto-boicotearse, ninguna de estas peleas èpicas parece estar más cerca de suceder, aún con las vastas fortunas en juego y los inmensos riesgos involucrados con demoras y peleas preparatorias.

«Hay tres reyes hoy en la división de peso pesado», me dijo Kurt Emhoff, manejador de varios campeones mundiales. «Uno de ellos, Tyson Fury, se ha ligado con exclusividad a una cadena televisiva – ESPN. Los otros dos están ligados a grandes managers – Anthony Joshua con Matchroom y Deontay Wilder con PBC – pero no tienen un contrato exclusivo con ninguna televisora. Cualquiera de esos escenarios entre Joshua, Wilder y Fury puede ser destruido por alguna derrota sorpresiva de alguno de ellos. Hemos visto cómo Lennox Lewis y Riddick Bowe se hicieron los lindos al negociar su pelea y ‘dejar que se cocine sola’. Ambos hombres perdieron en momentos inoportunos, y nunca se enfrentaron. Especialmente en la división de peso pesado, los resultados son impredecibles y las sorpresas se dan. Estas peleas están maduras para ser consumidas ahora mismo».

El ex ejecutivo de HBO Sports Evan Rutkowski explica la situación de este modo: «Todo el dinero en el boxeo ahora mismo es un tema multifascético, con muchos positivos y algunos negativos. ¿Podrá el deporte dejar de poner palos en sus propias ruedas? El paisaje del peso pesado tiene dos paisajes distintos, en realidad. Están los tres mejores, y está todo el resto. Desafortunadamente para los fanáticos que quieren ver a los tres mejores enfrentarse entre sí, el mercado se ha fijado un precio tan alto por lo que Wilder ha rechazado, que haría falta que estas tres estrellas crezcan mucho en los Estados Unidos antes de que se enfrenten entre sí. También hay que ver lo fácil que estas peleas podrían caerse – estos tipos son grandes, pero no infalibles. Una derrota ante un peso pesado que no esté entre estos tres boxeadores haría un enorme daño financiero a cualquiera de esas peleas. Ellos solamente pueden perder entre sí, si es que quieren hacer que el tren de dinero siga funcionando».

Si alguno de estos tres campeones pierde durante la fase de «preparación» para las grandes peleas y así malogra una era de campeones carismáticos e invictos del nivel de Fury, Wilder y Josjua, esta situación se quedará con un jugador menos para la proverbial discusión entre cuatro calvos peleando por un peine.