Saturday, April 20, 2024  |

By David Greisman | 

EL LLAMADO DE LA FAMA

PARA CUALQUIER FANÁTICO DEL PUGILISMO, EL DÍA DE PRESENTACIÓN DE NUEVOS MIEMBROS EN EL SALÓN INTERNACIONAL DE LA FAMA ES UN DÍA DE ENSUEÑO

Llegar al Salón Internacional de la Fama del Boxeo puede ser un viaje muy largo – pero para los boxeadores que ingresan, y para los seguidores de esos héroes y su historia que logran llegar a esa ceremonia, el viaje vale la pena. Después de años de pelear y entrenarse, de sacrificarse y sufrir, el legado de un boxeador se hace tangible, y sus logros se hacen inmortales.

«La historia del boxeo es larga, y vale la pena contarla», dijo Ed Brophy, director ejecutivo del IBHOF, por sus siglas en inglés. «Los campeones, entrenadores, promotores y otros que viven sus vidas en el boxeo deberían ser reconocidos y homenajeados».

Estás rodeado de gente que vive y respira y sangra boxeo.



Este año marca el 30mo aniversario del Salón Internacional de la Fama, que abrió sus puertas en Canastota, Nueva York, en junio de 1989. Nació de un esfuerzo de años por honrar a dos chicos locales que llegaron a ser campeones mundiales. Carmen Basilio, ex campeón mundial de peso welter y mediano que alguna vez derrotó a Sugar Ray Robinson, y su sobrino Billy Backus, quien tuvo brevemente en sus manos el mismo cinturón welter de su tío a comienzos de los ‘70s, cuando noqueó a José Nápoles al producirle un corte.

Pronto llegaría la primera camada de miembros en 1990, una clase inaugural que tuvo nombres legendarios: Muhammad Ali, Henry Armstrong, Jack Dempsey, Jack Johnson y Sugar Ray Robinson, entre muchos otros. Desde entonces ha crecido, superando al Salón Mundial de la Fama en California y sobrepasando el ya desaparecido Salón de la Fama de la Revista The Ring.

Pero eso no sucedió de un día para el otro. Es el resultado de un trabajo continuo de parte del plantel del lugar, y una significativa cantidad de voluntarios. Ellos han construido relaciones a lo largo de años, han ganado credibilidad, y han generado una energía duradera. Los boxeadores y sus familias pueden donar recuerdos y otros artefactos a Canastota, confiados en el amor y el respeto que el lugar ha desarrollado para el deporte y la gente involucrada.

Esto, a su vez, recompensa a los fans que lo visitan, quienes observan con aire de respeto la historia centenaria y la más reciente de este longevo deporte.

Los fanáticos que visitan el Salón Internacional de la Fama en Canastota deben viajar a un pequeño pueblito a cuatro horas de la ciudad de Nueva York, media hora hacia las afueras de Syracuse. Realmente hay que tener muchas ganas de ir allí. Y si eres un fanático de verdad, realmente debes visitarlo. Lo que Cooperstown es al béisbol y Canton es al fútbol americano, Canastota lo es al boxeo. Es una peregrinación para nosotros los devotos de la «dulce ciencia».

Al caminar a través del IBHOF, uno puede ver batas, pantalones y zapatos de boxeo, pero también vendas de manos y protectores bucales – y luego ver una película de Bob Foster defendiendo su título de campeón, o Sugar Ray Leonard en otra de sus sorprendentes actuaciones. Pueden ver boletos de peleas conservados por quienes vieron a John L. Sullivan, Joe Louis, Max Schmeling y Muhammad Alí. Se pueden maravillar con los moldes de puños hechos en cemento, para ver los tamaños de las manos de los boxeadores a lo largo de los años.

Luego pueden entrar en un edificio adyacente, y quedar atónitos al ver el ring del Madison Square Garden, usado entre 1925 y 2007, donde Joe Louis superó a Joe Walcott, pero luego fue enviado al retiro por Rocky Marciano, donde Robinson y Jake LaMotta pelearon en dos de sus seis históricos encuentros, y donde Alí y Joe Frazier se trenzaron en una guerra – dos veces.

«Ese ring», dice Brophy, «es el campo de batalla de algunas de las más grandes peleas de la historia».

Unas 10.000 personas visitan el museo cada año, y más todavía vienen al pueblo para el fin de semana de presentación de nuevos miembros. Eso es así porque el IBHOF es más que un museo. Tal como su nombre lo indica, es un salón de la fama, canonizando a los mejores boxeadores y otros cuyas contribuciones son dignas de ser aclamadas, incluyendo a entrenadores, referís, jueces, promotores, managers, personalidades televisivas y periodistas.

«Reconoce todo lo que hemos hecho», dijo el ex campeón de peso pesado Lennox Lewis, quien ingresó a Canastota en 2009. «La gente recuerda, rinde homenaje hasta cierto punto. Demuestra nuestra dedicación, nuestro trabajo duro, el sacrificio de lo que hemos tenido que pasar. Fue una buena sensación ser elegido. Toda la ciudad salió a saludarnos».

No solamente Canastota sale a saludar. El fin de semana de presentación se ha transformado en una hermosa tradición. Los boxeadores y los fanáticos viajan de todos los Estados Unidos y más allá, dependiendo de quién sea presentado, atrayendo a entre 10 y 15 mil personas cada mes de junio. Eso crea una atmósfera increíble en el curso de un evento de cuatro días, en lo que de otro modo sería una ciudad muy tranquila.

«Canastota podrá no tener las luces brillantes o un ritmo abrumador o las cosas más emocionantes para hacer, pero lo que sí tiene es el espíritu del boxeo», dijo Brophy.

El fin de semana de presentación de este año tiene lugar entre el 6 y el 9 de junio, e incluye charlas, show de autógrafos y recuerdos, una recepción con coctel y banquete, un torneo de golf y una carrera de cinco kilómetros, y todo desembocando en el desfile por la ciudad de Canastota y luego la ceremonia de inducción. Casi siempre se hace una cartelera de boxeo transmitida a todo el país en el cercano Turning Stone Resort Casino, a unos 20 km del lugar.

«Estás rodeado de gente que vive y respira y sangra boxeo», dijo David Kushkin, un fanático de 44 años nativo de Nueva Jersey que ha venido al fin de semana de presentación cinco veces desde el 2011. «No nos queda para nada cerca, pero realmente vale la pena. Solo para tener ese foro para sentarse y escuchar a esta gente, ir a verlos después y charlar y darles la mano y tomarse una foto – para mí, como fanático del boxeo, eso no tiene precio».

Ese acceso a tantas cosas deslumbró a Aris Pina desde el comienzo en el 200, cuando el por entonces fanático adolescente del boxeo convenció a su padre, también fanático del deporte, de viajar hasta esa zona desde su ciudad de Nueva York.

«Tienes una oportunidad de interactuar con esas leyendas, boxeadores y ex retadores», dijo Pina, hoy con 34 años y operador de CompuBox. «Mi papá quedó deslumbrado. Estoy viendo a Marvin Hagler y Joe Frazier, viendo a Carlos Ortiz y Jeff Chandler. Todo lo que había hecho era leer la revista The Ring y estudiar todo lo que pudiera sobre la historia del boxeo. Esta fue la primera vez que pude interactuar con tipos sobre los cuales solamente había leído o visto en videos.

Pina y su padre regresaron casi todos los años durante los siguientes 14 años. Su segunda visita fue tan memorable como la primera – Kid Gavilán le lanzó un golpe bolo, errando por poco, y luego sonrió y le dio una palmada en la cabeza.

Eso es maravilloso ser reconocido por el hecho de que tu carrera tuvo un impacto en alguien alguna vez.

Esta interacción personal es obviamente especial para los fanáticos, pero también lo es para los boxeadores, que alguna vez estuvieron acostumbrados a la fama, y que ahora muchos no disfrutan al estar alejados de la atención pública.

«Tan pronto como termina tu carrera, tradicionalmente te olvidan, y tienes que volver a la vida real», dice el exmonarca de peso ligero Ray «Boom Boom» Mancini, ingresado al Salón en 2015. «Eso puede ser duro para los boxeadores. Por eso es maravilloso ser reconocido por el hecho de que tu carrera tuvo un impacto en alguien alguna vez. Tienes gente de todo el mundo, fanáticos auténticos del boxeo, que están aquí para verte y disfrutar el momento».

Este ambiente – no solo la ceremonia, sino también la apreciación y la celebración – es lo que el IBHOF ha sido capaz de alentar durante las últimas tres décadas. Es tanto un museo como una historia viviente, tanto para la educación como para el entretenimiento, tanto para la exhibición como para la exuberancia. Y a pesar de tener su base en el pasado, también mira hacia el futuro: hacia agregar a la colección y expandir el museo para que más cosas puedan ser incluidas.

«Estamos muy orgullosos de lo que se ha hecho, y estamos emocionados de poder continuar haciéndolo», dijo Brophy. «Es importante para el deporte. Es importante para los campeones. Y es importante para los fanáticos».

Conozcan más sobre el Salón Internacional de la Fama del Boxeo en ibhof.com. Sigan a David Greisman en Twitter @fightingwords2.