Thursday, March 28, 2024  |

By Diego Morilla | 

EL FALLECIDO  EUSEBIO PEDROZA PROBÓ QUE UN VERDADERO CAMPEÓN SIEMPRE SE LEVANTA, SIN IMPORTAR CUANTO TIEMPO LE LLEVE

Recordar a un gigante del boxeo puede despertar recuerdos que siempre divergen entre sí, dependiendo del observador y de la porción de su carrera que éste ha podido observar.  Pero en el caso de Eusebio Pedroza, fallecido el pasado 1ro de marzo, el consenso es claro: era un peleador de campana a campana, tanto dentro como fuera del ring, un hombre que se las arregló para generar uno de los giros más espectaculares en una carrera de boxeo y terminar llegando al Salón de la Fama.  

«Pedroza fue un gran boxeador, uno de los mejores de Panamá de todos los tiempos, dice Juan Carlos Tapia Jr., quien ha heredado el puesto de su homónimo padre al frente de Lo Mejor del Boxeo, un popular multimedio dedicado al pugilismo que se encuentra entre los más longevos del mundo.  «A pesar de haber quedado a la sombra de la enorme figura de Roberto Durán, era un boxeador muy querido. Uno de los mejores peso pluma de todos los tiempos”.

La comparación encuentra su eco en muchos de quienes vieron pelear a Pedroza.  Dejó detrás suyo un comienzo de carrera muy flojo para pasar a ser tan efectivo durante su carrera de 19 años que hizo falta la presencia de Durán, probablemente el boxeador más cautivante, polarizante y popular entre los nacidos al sur del Río Grande, para eclipsarlo en la era dorada del boxeo panameño de las décadas del ‘70 y ‘80.



«Pedroza se levantó de entre las cenizas», graficó Daniel Alonso, uno de los periodistas más respetados de Panamá y compañero de Tapia en sus transmisiones, para expandir ese concepto.  «Sus 19 defensas consecutivas del título serán difíciles de superar o hasta de igualar».

Por «cenizas», Alonso se refiere a las tres derrotas que incluyeron un nocaut a manos del mexicano Alfonso Zamora en un pleito por el título de peso gallo de la AMB en 1976.  Pedroza se ganó a pesar de eso una chance ante el español Cecilio Lastra dos años más tarde, pero sus esperanzas eran limitadas considerando su registro hasta ese momento, que era de 17-3 con todas sus derrotas antes del límite.  Pero Pedroza sacó el mayor provecho posible de su experiencia y su ventaja de local, noqueando a Lastra y dando paso a una espectacular racha invicta de siete años que aún hoy continúa siendo una de las mejores de todos los tiempos en una de las divisiones más competitivas del boxeo.  Pedroza jamás volvería a ser noqueado durante el resto de su carrera.

«Para mí, Pedroza está al mismo nivel que Al Brown, Ismael Laguna y Roberto Durán,” dijo Ricardo Córdoba, un ex triple retador a la corona.  «Es un boxeador que admiré mucho cuando conocí su historia, por cómo se hizo campeón y todo lo que logró. Muchas veces vino al gimnasio a darme consejos e instrucciones sobre cómo entrenar, qué hacer durante una pelea, y eso me ayudó mucho».  

Córdoba reafirma también el lugar de Pedroza en la historia al destacar algunos de los grandes nombres en su lista de víctimas, incluyendo a otros grandes como Rubén Olivares, Rocky Lockridge y Juan Laporte, así como un grupo de retadores de alto nivel.  «Realmente, esa gente era admirable, porque eran campeones en una época en la que era difícil ser campeón por el nivel de competición que había y la falta de oportunidades. Pedroza llegó a estar allá arriba y lo defendió 19 veces, y eso es muy respetable.  Para mí, Pedroza es y será uno de los mejores campeones que Panamá ha tenido».

Luego de una cadena de defensas por todo el mundo que incluyó apenas seis defensas como local (dos de ellas ante panameños), el ilustre reinado de Pedroza llegó finalmente a su fin en 1985, cuando hizo falta que el irlandés Barry McGuigan tenga su mejor noche para arrebatarle la corona en una pelea memorable.  Catorce meses más tarde, Pedroza perdió por fallo dividido ante el venezolano Edgar Castro.

Pero fiel a su naturaleza, Pedroza siguió adelante.  A comienzos de los ‘90 lanzó una campaña de regreso y ganó tres veces antes de caer por fallo dividido ante el mexicano Mauro Gutiérrez en 1992.  Y como tal como lo recuerda el responsable de dicha derrota, Pedroza peleó cada round con la misma intensidad del primero.

«Fue un boxeador sabio, muy experimentado», recuerda Gutiérrez.  «Se había retirado, pero regresó. Tuvo un par de peleas antes de enfrentarme a mí, y yo gané solamente por fallo dividido.  Así de duro era».

Gutiérrez estaba en el período de ‘probador’ de su carrera cuando enfrentó a Pedroza, pero recuerda a su oponente como un rival que nunca descansó sobre sus laureles o subestimó la tarea que tenía enfrente, incluso el desafío de enfrentar a un retador con una marca de 47-18-5.  

«Yo todavía era joven y me encantaba fajarme, y él trató de boxearme, pero tenía mucha más experiencia y peleó inteligentemente hasta el final.  Hablamos después de la pelea, y prometió continuar peleando unos años más.

Pedroza concluyó su carrera meses más tarde con un registro final de 41-6-1 (25 KOs), y un cáncer de páncreas finalmente le hizo sonar el campanazo final un par de horas antes de su cumpleaños número 63.  Pero sus incomparables logros prometen seguir viviendo durante años, especialmente en una era en la que los peleadores difícilmente tienen chances de transformarse en leyenda después de un comienzo de 17-3.  

«Sufrió derrotas dolorosas que llevaron a todos a pensar que su futuro en el boxeo estaba en dudas», dijo Alonso.  «Pero gracias a su disciplina, determinación y voluntad, se transformó en uno de los mejores campeones de peso pluma en la historia».  

Un resumen digno de una carrera que seguramente será más y más apreciada con el paso del tiempo.

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