Thursday, April 25, 2024  |

By Tris Dixon | 

Maxim Dadashev estaba viviendo su sueño a través del boxeo, cuando el destino le propinó su golpe más duro

«Mañana hará muchísimo calor».

Había un emoji de llamas junto a esas palabras, que eran simples, pero estaban cargadas de deseo y ambición.

Una de las fotos que acompañaba la publicación de Instagram mostraba a un Maxim Dadashev musculoso y magro pesándose y listo para pelear. La segunda lo mostraba junto a su oponente, el puertorriqueño Subriel Matías, y la tercera lo mostraba enfrentando a su rival cara a cara, mirándose fijamente como hurgándose el alma entre ellos.



Dadashev estaba listo para el fuego. Estaba preparado para hacer lo que hiciera falta para que sus sueños se hicieran realidad, para darle lo mejor a su esposa Elizabeth (Elizaveta Apushkina) y a su hijo Daniel, de 2 años de edad.

La siguiente publicación en su cuenta fue publicada cuatro días después.

Fue hecha por su viuda.

«¡Mi amor! Estarás por siempre en mi corazón, mi alma se quiebra de dolor sin ti. El momento más duro le ha llegado a nuestra familia». Dadashev murió el 23 de julio a causa de lesiones cerebrales sufridas durante su pelea ante Matías.

Hubieron otras dos publicaciones en la cuenta de «Mad» Max. En una aparece una foto familiar de Dadashev, su novia y su pequeño hijo, agradeciendo a amigos, boxeadores y fanáticos de todo el mundo por sus condolencias.

La publicación final, del 30 de julio, anuncia de manera lúgubre: «El último adiós a mi esposo tendrá lugar el domingo 4 de agosto a las 9 am en la morgue del Hospital Mykolaiv de San Petersburgo».

El tono sombrío y triste es palpable.

Pero luego, uno recorre las 398 publicaciones de Dadashev capturadas en Instagram. Como un joven boxeador amateur en Rusia, hizo sus primeras publicaciones el 1ro de septiembre del 2013.

Fue una foto en blanco y negro en la que le están poniendo los guantes mientras viste una camiseta sin mangas, y mientras avanzan los 398 cuadros hay menciones a torneos internacionales, eventos de la World Series of Boxing y el ingreso de Dadashev al profesionalismo.

Hay vacaciones también. Le encantaba el mar. Hay numerosas fotos suyas andando en jet ski, en playas, botes y mucho más.

Un común denominador es su felicidad. Se lo ve sonriendo seguido. Estaba viviendo la mejor vida posible.

Estaba claramente orgulloso de su deporte, orgulloso de su identidad como boxeador.

Gracias al boxeo conoció el mundo. Las montañas del Este de Europa. Italia. Viajó a Croacia. Y en los Estados Unidos, adonde se mudó para buscar fama y fortuna en este implacable deporte, y para entrenar con gente como Robert García, Buddy McGirt y Marco Contreras.

Una de las mejores victorias de Dadashev como profesional fue un triunfo por puntos sobre el ex monarca de peso ligero Antonio DeMarco en octubre del 2018.

Contreras, en sus propias publicaciones en las redes sociales, escribió al pie de una foto celebrando un triunfo con Max que «no puedo creerlo todavía, siempre serás recordado, campeón».

Dadashev entrenaba en el Wild Card Boxing Club en Hollywood, en las montañas de Big Bear, en Oxnard – por toda California. Fue a Las Vegas, donde peleó tres veces y conoció a gente como Roberto Durán, Terence Crawford y James Toney.

Estaba viviendo el sueño de un joven profesional, contratado por el manager Egis Klimas y promovido por Top Rank. Se hizo amigo de sus compañeros de empresa promotora: Sergey Kovalev, Aleksandr Usyk y Vasiliy Lomachenko. Y luego, el 8 de octubre de 2016, anunció su logro más grande: el nacimiento de su hijo.

Y siguió acumulando recuerdos. Siguió tachando sueños de su lista de pendientes, cosas que otros jóvenes boxeadores solamente podrían soñar. A través del boxeo estaba viviendo sus fantasías.

A mediados del 2017 comenzó a publicar en inglés y también en su lengua rusa natal. Miraba películas de Hollywood y eso lo ayudaba a aprender el idioma. Esperaba que Elizabeth pudiese mudarse a California. Ese era el plan, justo después de esta pelea.

La vida era más que buena: era el sueño que él siempre deseaba. Una familia saludable, ver el mundo, conocer a las leyendas, entrenar con los mejores, tener amigos en la lista de los grandes boxeadores libra por libra. No podía esperar más de la vida.

Pero hay un precio para pagar en el boxeo.

A veces, el negocio del dolor requiere que uno haga depósitos anticipados a cuenta del bienestar futuro. Otras veces, el deporte se cobra todo en un solo y avaro pago, el precio de perseguir sueños improbables en un deporte en el que tantos momentos amargos y tanta soledad no pueden reflejarse en 398 coloridas y felices publicaciones a lo largo de 2192 días entre la primera y la última.

Dadashev nos mostró las cosas lindas que estaba haciendo, pero mientras tanto trabajaba incansablemente detrás de escena, sin mostrarnos lo que tenía que aguantar para ganarse la vida que disfrutaba.

«Era un tipo con mucha disciplina de gimnasio», dijo su entrenador Buddy McGirt, quien estuvo junto a Dadashev en dos combates. «Cuando entrenaba, no quería que nadie le hable ni a él ni a mí, quería mi atención total al 150 por ciento».

«Siempre fue un tipo amigable, y fue un tipo respetuoso», reflexionó Steve Kim, de ESPN, quien conoció a Max durante sus años cubriendo el boxeo en la Costa Oeste. «Era el típico muchacho que si te veía siempre se acercaba a saludar y darte la mano».

Dadashev había acumulado 281 triunfos en el amateurismo contra apenas 20 derrotas. Como profesional, había derrotado a Darleys Pérez y Antonio DeMarco antes de acumular un registro de 13-0 y transformarse en retador para chocar con Matías en una eliminatoria por el título FIB en las 140 libras.

«Max era un muy buen pegador”, opinó McGirt. «Tenía todas las herramientas para ser campeón mundial. Desafortunadamente eso no sucedió».

A comienzos del combate en el MGM National Harbor de Oxon Hill, Maryland, el equipo de comentaristas de ESPN que incluía a Joe Tessitore, Timothy Bradley y Andre Ward hizo mención al ruido sordo de los duros golpes conectados por Matías.

A lo largo de la pelea, mientras Dadashev acumulaba moretones en sus brazos y cuerpo, el equipo concordó en que Max estaba nadando contra la corriente. Tenía que pelear con todo lo que tenía y a duras penas sólo mantenía a Matías medianamente controlado.

«Los golpes de Matías son duros y veloces, y lo que realmente quedó evidenciado fue su fortaleza física”, recordó Kim, quien estaba en el ringside. «Realmente era mucho más fuerte que Maxim. Y lo que realmente sumó más al problema fue que (Matías) tenía un motor muy bueno».

Dadashev fue superado en potencia por Matías, pero tuvo sus buenos momentos durante la pelea.

Para la mitad del combate, el rincón del puertorriqueño le informó a su boxeador que Max estaba menguando su intensidad. Los rounds intermedios fueron dominantes para Matías, y Bradley aceptó que la misión de Dadashev era de supervivencia más que de victoria.

McGirt recordó que Max le dijo «Buddy, esos golpes duelen mucho».

«Ahí fue cuando comencé a prestar atención», dijo McGirt. «Cuando vi que Matías pisó el acelerador en el 9no round, también vi que Max ya no podía acelerar más. Cuando lo golpeó fuerte al final del 11er asalto, yo dije ‘se terminó’. (Matías) iba a salir más fuerte todavía en el siguiente round, y en ese punto de la pelea ya no valía la pena seguir.

Kim vio la pelea girar irreversiblemente a favor del puertorriqueño: «Noté que Maxim tuvo que boxear y moverse, pero se estaba moviendo tanto que le resultaba difícil a veces plantarse y tirar golpes lo suficientemente fuertes como para mantener alejado a Matías. Había una línea muy fina entre movimiento y retroceso, y entre boxear o simplemente ir hacia atrás».

En la transmisión en vivo por ESPN, justo antes del último round, se escucha a Buddy diciéndole a su desconsolado pupilo «Max, voy a detener el combate. Te están golpeando demasiado. Por favor. Por favor, Max. Si no lo hago, el árbitro la va a parar».

Las protestas iniciales se transformaron en una mirada perdida, y McGirt paró la pelea.

«La gente me pregunta por qué le pregunté si quería abandonar», recuerda Buddy. «Yo ya lo había decidido. Solamente quería mostrarle algo de respeto. Yo ya lo había decidido sin importar lo que dijera, pero yo quería que sepa lo que yo estaba pensando, por respeto hacia él».

Dadashev se quedó en su banquillo, mirando al vacío, aún durante el anuncio de la decisión.

Kim, quien lo visitó en el hospital en el que Dadashev fue llevado a fin de informar a ESPN sobre su condición en la noche del combate, dijo «yo nunca sentí que la pelea estuviese tan volcada hacia uno de los dos como para detenerla antes del final. De hecho, pienso que Max tuvo algunos buenos momentos en los rounds 8, 9 y 10, y luego en el 11 las cosas se volcaron totalmente para un lado, y uno pensó que alguien podría frenar el combate. Nadie en el ringside (desde la gente que estaba ahí con Top Rank, miembros de la prensa y otros observadores en el ringside) protestó por pensar que la pelea fue detenida demasiado tarde. No escuché a nadie dudando del buen juicio de Buddy McGirt esa noche».

Las consecuencias inmediatas del combate son investigadas por la Comisión de Atletismo del Estado de Maryland, y quizás obtengamos algunas respuestas. Pero nada podrá cambiar lo que sucedió esa noche.

Quizás esto causará que algunos procedimientos sean enmendados a futuro.

«Yo pienso y espero que si estás en la comisión de Maryland puedas revisar cada minuto de la pelea», dijo Kim. «Hay que revisar todo, hay que reflexionar, y tienen que realmente preguntarse ‘¿cómo podemos mejorar el proceso? ¿Cómo podemos mejorar en una situación como ésta?’. No estoy diciendo que esto podría haber sido evitado. Esto es un producto residual desafortunado de un deporte violento y difícil. Y odio decir esto, pero está destinado a suceder nuevamente. Pero tienes que cerrarle las ventanas a la oportunidad para que esta tragedia ya no vuelva a ocurrir”.

El boxeador nativo de San Petersburgo estaba listo para solicitar su visa de residente estadounidense. Elizabeth iba a unirse a él después de la pelea. Era un nuevo comienzo para ambos, pero el final inesperado llegó.

Top Rank Inc., empresa promotora de Dadashev, creó una página de donaciones de GoFundMe, poniendo un parche temporal y cortoplacista a un problema añejo en el deporte, antes de volver a poner en movimiento las ruedas y condenar a otro boxeador a las páginas negras de los libros de estadísticas.

La pelea fue un viernes. Max falleció el martes. Pasó de tener marca de 13-0 a 13-1, pero esa derrota le quitó todo, a él y a sus seres queridos.

También puso una carga no deseada sobre los hombros del hombre que ocupó el rincón opuesto: Subriel Matías.

«Nadie está preparado para morir y menos buscando un sueño”, dijo en una declaración en las redes sociales. “Simplemente subimos al ring pensando en un bienestar para nuestra familia sin saber lo complicado y difícil que es subir al ring. Vuela alto, gran guerrero. Solo Dios sabe el porqué de las cosas. Siempre tendrás mis respetos».

Muchos boxeadores ganadores tampoco escapan ilesos a estos momentos duros. Sus vidas continúan, pero en un estado alterado.

Mc Girt agregó que «Max era un gran hombre, un gran tipo, un gran amigo. No hay palabras para explicar esto. Era simplemente un buen tipo, ¿sabes?».

En las semanas posteriores, Mc Girt reflexionó mucho y perdió el sueño. Pensó en la detención del combate, en Max y en su familia. Pensó en toda esta historia.

«Ya no puedes dormir”, dijo. «Estas levantado todas las noches. Él era un tipo tan joven. Acababa de tener un hijo, y ahora no va a volver a verlo. Es algo que va a quedar en mi mente para siempre. Y Max siempre estará en mi mente».

Maxim Dadashev tenía 28 años de edad, pero seguirá con nosotros para siempre, y permanecerá siempre joven en nuestros corazones.